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25 -- Para prueba del amor que ya tienen aquellos Barbaros a nuestros Religiosos re- ferire en este lugar algunos casos particulares, El primero, el de vil Indio llamado Aguacayrna, Cacique valeroso y de mucho nombre entre aquellas Barbaras Naciones, el cual cobro tan singular afecto a nuestros Religiosos que fabrico su casa inmediata a la nuestra y reprehendia a los Indios que iban sin licencia de la Mission a caçar a un pueblo abundante de caça, qual es la cueva del Guachao, porque decía que aquella caça se nos avía de dejar para nuestro sustento, y si venia algun Indio forastero y luego que llegava y antes de bolverse no iba a tomar la bendicion de los Religiosos, les dava vna grave reprehensíon. Pagole luego Nuestro Señor esta su devocjon a este Indio, porque aviéndole dado mal de muerte y estando bien catequizado y dispuesto (a lo que se pudo colegir) recibio el Santo Bautismo y passo a la vida inmortal. Otro Indio infiel, llamado Guayana, nos cobro tal cariño y amistad que dexando a sus padres, parientes y sementeras, se vino a nuestra casa, de donde no era posible separarlo, como ni tampoco del exercicio de barrer y limpiar las oficinas, y aun por no dexar de acudir a este exercicio se escusava de hallarse en las fiestas y vanquetes que en sus tierras celebraban sus parientes; y finalmente, despues de algunos días le premio Dios con el descanso eterno (segun buenas presunciones) de el cual fue a gozar, murien- do en nuestras manos acabando de recibir el Santo Bautismo. A otro Indio llamado Poye, que era Cacique principal (y luego que oyo predicar a nuestros Religiosos dexo dos mujeres de tres que.tcnía) preguntandole vil día como eslava ¿Respondio: Estoy con tantos cuidados que no me dexan dormir ni sossegar, Y bolviendole a preguntar de que tenia tantos cuydados? Respondio díziendo que de ver que los Religiosos estan faltos de bastimentos. Y era assi verdad, porque se pade- cia generalmente hambre en aquellas tierras, ocasionada de vna plaga inmensa de lan- gostas que avian talado y consumido los frutos. En otra ocasion estando enfermo este mismo Indio fuy a verle con recelo de que se moría, y pregundandole como se hallava de su enfermedad ?Me respondio: Mi mal, padre mio, en esta ocaSion no es de muerte, porque ¿Como ha de quitarme Dios la vida en tiempo de que VS. paternidades tienen necesidad de mí persona, como oy la tienen para que les busque y traya de comer. Bien se conocio que estas palabras salían del afecto intimo de su corazon, porque era tanto el amor que nos tenia que con ser ya muy viejo y los de su Nacion natural- mente malos trabajadores, cubierto su cuerpo de sudor trabajava de Sol a Sol todos los días, cultivando la tierra para el sustento de los Religiosos de la Missíon. Aun los Indios Caribes assi de las Islas de Barlovento como los de Tierra Firme (que estaban habituados a sustentarse de carne humana) manifestaron singular amor a nuestros Religiosos, y en particular luego que nos vieron los Isleños, nos quisieron lle- var para su enseñanza. Y para que nos assegurassemos de que no nos quitarían la vida ni molestarían nuestras personas, ofrecieron dexar en rehenes algunos de sus hijos en poder del. Governador de Cuniana, para que en ellos se pudicsse vengar qualquier agra- vio que s-..nos hiciesse, y sobre esta pretensión vinieron varias veces de sus Islas cosa que no pudieron conseguir (no con poco desconsuelo nuestro) por estar toda la Mission destinada unicamente para los Infieles de Tierra Firme, cuyos Caribes comprobaron también su afecto con ayer dado, a persuasion nuestra la obediencia a su Magestad, y assentando paz y amistad con los Españoles, dexandoles desde entonces passar por sus tierras que llaman Amana, y sacar de ellas el ganado bacuno y corambre que buscan en ellas. Pero en lo que hizo singular reparo fue en que vn Cacique principal y el mas ce- lebrado entre los Caribes, llamado Atiramna, mas fiero que las fieras y tan enemigo del genero humano que ordinariamente tenía carnicería de hombres para sustento de su persona y de las de su familia, a la primera visita que dio a nuestros Religiosos se mos- tro tan humano que fue luego a buscar algun sustento conque regalarlos, y el mismo vino cargado de diferentes frutas y viandas, y postrandose con ellas a los pies de nues- tros religiosos le presento aquel regalo con grande humildad, besandole la mano y di- ciendo: Padre Santo, Padre Santo. Cosa que muchos de los presentes que le conocían no acabavan de creer aunque estavan viendo el suceso. Y valíendonos de la ocasíon se
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