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- 255 - que babia sido muchas veces; el Padre Fray Luís de Priego, el Padre Fray Juan de Sevi- lla: el Padre Fray Diego (le Cuadalcanal el Padre Fray Joseph de iovoa (así está en ci original) el Padre Fray Francisco Bergara: el Hermano Fray Miguel de Granada; el Hermane Fray Alonso de Mocharabrallá; el Hermano Fray Blas de Ardales; el Her- mano Fray Andres de Sevilla; Religiosos Legos: y lo mas notable es que havíendo sido erigida en provincia por nuestro reverendo Podre Fray Juan de Moncaler, Ministro ge- neral en el año de 1641, a los 6 años de su nacimiento ya esteva tan robusta que como Hercules en la cuna, despedazaba en las Indias las serpientes del Paganismo. Acordaos padres amados míos de esta nuestros antiguos padres, seguid sus edi- ficativos exemplos imitad su fervorosa fee: frlementote prpositorum uestroruni quo- ruin intuentes exitum conversationis imitamini fidem; No se contentaron con tener con tener (sic) siempre en sus corazones viva esta brillante luz la llevaron al nuevo mundo, comunicaron sus resplandores, a los gentiles que estaban sentados en las tinie- blas de la muerte, disiparon las sombras de los errores en que estaban sumergidos, los ilustraron con el conocimiento de los misterios de la verdadera Religión los transforma- ron mediante la gracia del Señor de hombres brutales en hombres civiles, de Paganos en Catirólicos, y de Pecadores en buenos Christianos. Esta misma conducta han seguido las demás Misiones que de tiempo en tiempo se han embiado a la América. Buen testimonio de esta verdad son tantos gentiles con- vertidos tantos Pueblos edificados, tantas Iglesias erigidas y edificadas y consagradas al verdadero Dios mas con indecibles trabajos. Hablen los celosos Mísíoneros y decla- remos las fatigas difíciles de sus conquistas apostólicas, ya atravesando ríos, ya pene- trando selvas, ya escalando montes por sacar de las grutas y cavernas a los gentiles que viven como brutos y embisten como fieras, y han hecho derramar su sangre a mu- chos celosos Misioneros. Quien podrá referir la paciencia, Industrias y sudores que han aplicado estos grandes hombres y hermanos nuestros para formar unos barbaros en hombres, digamoslo así: con los preceptos de la humanidad y policía y despues Christianós con los artículos y leyes del Christianismo? quien expresar la vigilancia, celo y fervor que han mantenido para conservar a los nuevos convertidos en un pueblo civil y Cathohico; bajo las leyes Divinas y humanas? Quando estas i otras reflexiones sobre aquellos Misioneros súbditos nuestros: confiso se llena mi corazon de ternura de gozo y de consuelo al verlos empleados en tan noble, meritorio y santísimo ministe- rio vtil al Estado y a la Santa Iglesia, honorífico a la Provincia, glorioso a la Jeligion y digno de ser mirado con la mas ardiente emulación que bien considerado de nuestros Religiosos a competencia se alistarían para tanta obra de que resulta la mayor gloria de Dios, y la mayor utilidad de las almas. Aquí no puedo dexar de lamentarme venerables Padres míos de la tibieza con que se mira en los tiempos presentes este Santo y loable exercicio que con tanto zelo y fervor se practicó en los pasados: Hay muchos Predicadores; pero quantos son los que predican? quantos que si predican, predican para gloria de Dios y salvación de las al- mas? quntos los que siguen la ápostólica carrera de las Misiones tan propia de un Ca- puchino , ue; se puede llamar su carrera y su dístintíbo y lo ha sido de tantos varones apostolicos; en que abundo la Religión y florecido nuestra Santa Provincia? Que dolor Padres míos! se atropellan los seglares para ir al nuevo Mundo, para atesorar riquezas caducas perecederas sin temor a los peligros y trabajos, venciendo las dificultades mas arduas minando los montes, penetrafido la tierra para saciar la hambre del oro, y sa- tisfacer la codicie! Y los Capuchinos que tanto devemos aspirar por las riquezas espiri- tuales se han de escusar de ir a buscarlas en las Indias, en donde pueden acopiar tantos thesoros de merecimientos en la conversion de los Genliles1 en el dia son innumerables los Indios (como cité al principio) que buscan a nuestros Misioneros. y sin ser llama- dos y attraidos ruegan e instan que se les señalen Padres que los instruyan para ccci- vir el Santo Bautismo y abrazar la Religiori Christiana y vivir formados en pueblos Ca- thólicos. Pero la lástima es que siendo tantos los que se convidan no pueden los pocos Misioneros satisfacer sus deseos; Mesis quidem multa operarii autem pauci. Podremos (decir?) que tiene espíritu de Religion de caridad y de zelo el Sacerdote, el Predicador, el Capuchino que esto oye y aun se hace sordo? Que ha de bayer corazones tan duros que no se ablanden al oír los clamores, de tantos Indios quepiden, ruegan e instan se les alimente con el pan de la doctrina? Pues teman aquellos Religiosos que prefiriendo

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