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- 240 - seis horas al día a repetir un casi infinito número de palabras en que les dan a ent que aprenden las doctrinas, unas naciones silvestres y montaraces, que tenían 1i la subsistencia en los frutos espontáneos de la tierra, en la caza y en la pesca, y qn lamente cuando se agotaron estos recursos buscaron al misionero y se congregarO población, estrechados de la necesidad, ¿no han de fastid Sus consecuencias del padre y de la doctrina cuando se vean como sitiados po necesarias, das partes de reglas y preceptos? ¿No han de acordarse d bosques y de sus nos en que ni tenían superiores ni reglas obedecer? ¿Y desengañadas del gusto y comodidades que se figuraron, o satisfecha necesidades con los machetes y anzuelos, no han de buscar SUS antiguas guaridas gozar de su anterior y absoluta libertad? Así vemos ordinariamente que sólo multiplicándose las escoltas con notabli pendio del real erario se ha conseguido que por la fuerza y el temor entren los itidi la sociedad y abracen la religión, prescindiendo de la legitimidad de estos medios proporcionados para hacer simuladores e hipócritas que fieles súbditos de la relig del estado, experimentamos todos los días que los hijos y los nietos son lo mismc fueron sus abuelos y sus padres. Pro pónense nuevos métodos. Pruébense siquiera por vía de ensayo otros medios más conformes a la nati za y a las inclinaciones de los hombres, y sigase un camino menos dificultoso. véchense los preciosos momentos en que los indios, obligados de la necesidad o ; dos de la natural inclinación del hombre a vivir en sociedad, van a buscar a los a neros, atemperándose en los principios a las escasas luces de su obscura racional 1-láganseles conocer las ventajas y comodidades de la vida civil y política, apr nuestra lengua y nuestras costumbres, dejen de ser brutos, empiecen a ser hotnb enséñenles después a ser cristianos. Dios libre a un obispo de la Iglesia católica .d tár proposición alguna que pueda retardar la propagación (le! Evangelio; pero el i; mismo de la religión pide no se arrojen las margaritas a los puercos, y cuando aqi almas brutas no se hallan en estado de conocer las verdades sublimes del cristian es necesario disipar antes las tinieblas en que están. sumergidas, por medio de id conocimientos análogos a su actual situación, conducirlas después como por gra la luz del Evangelio. Me hago cargo que para esta empresa, así como se necesitan varones apost son también necesarios apóstoles ilustrados con más talentos y conocimientos su: res al común de nuestros misioneros, porque por desgracia las religiones destinan grave ministerio aquellos religiosos que sólo sirven de embarazar los claustros, lo tengo informado a la corte, hasta haberse atrevido el Procurador de una de e representar al Consejo mismo que por el corto número de religiosos a que se halla cida su religion, muchas veces era necesario arrancar uno de los más servibles m bros, y echar mano a un sujeto que por sus talentos daba esperanzas de servir co; chas ventajas al público en púlpito, confesonario y cátedra; apenas se sacaba un; neró que instruyere a los bárbaros en la doctrina cristiana. Este es el concepto qe nen formado las religiones del delicado ejercicio de misionero, y de este niod invertido su destino en la América, que al principio no fué otro que la propagacim Evangelio. Para ocurrir a estos inconvenientes, sería oportuno hacerles entender que bienio jamás pierde de vista este su primitivo instituto, y que se formasen instr nes individuales fundadas en los principios que llevo propuestos, a que se arre los misioneros a guiar la escasa luz de unos y contener el indispensable celo de En parte he manifestado ya este pensamiento al Supremo Consejo por donde re rente se despachan los negocios de esta naturaleza, y acaso volveré a tocarlo en curso de esta relación cuando entre los puntos d gobierno trate políticamente de ducción de los indios que ocupan las costas altiertas de la provincia del río Hach notorio perjuicio del comercio y de la seguridad de aquellos vasallos del rey.