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- 23 - desde que se rindieron a los Españoles no les han-ofendido, ni hecho daño alguno, antes bien los dexan passar libremente por sus tierras, los reciben en ellas gustosos, y de sus frutos comestibles les dan los necesarios para el sustento de la vida humana. La segunda conveniencia es el poder aora vivir los Españoles de aquellas costas seguros en sus valles con las haciendas de Campo y ganado bacuno y cavallar, siendo assi que antes no las podían cultivar ni mantener, por las invasiones que cada día les hazían los Caribes, persiguiendo a todas horas, assi a los Españoles como a los Negros, Mulatos y demas gente de su servicio, de que se siguio la total perdida y destruizion de aquellas haciendas, las quales no solamente quedavan ya recuperadas, sino tambíen aumentadas, y en tanto grado que al passo que nuestra Mission va conquistando y allanando nuevas provincias de Indios con las Armas Celestiales de la palabra divina y con la paciencia y tolerancia de trabajos, a esse mesmo aumentan los Españoles en sus haziendas, cultivan la tierra, cogen sus frutos y forman copiosas manadas de bacas y yeguas &c. La tercera conveniencia es el poder ya entrar los Españoles en las tierras de los Indios a sacar el ganado bacuno que quisieren y recoger sebo y' corambre, como con efecto han entrado y entran los que viven en las provincias de Cumana y Nueva Barce- lona, y han sacado tanto ganado de esta especie que no solo les sirven de sustento, y a los soldados que tiene su Magestad en la gran fortaleza deAraya, pero se recoge tanta cantidad de corambre cuanta se puede gastar en España y en las demas Provincias de Europa, quç tanta como esta es la abundancia de ganado bacuno que en aquellas Pro- vincias Se cría. La quarta conveniencia es el ayer comprendido esta Mission vil territorio muy dilatado y de los mas fertiles que tiene la America, el qual y sus habitadores ya pacífi- cos, obedientes y agregados a la Corona de nuestro Monarca Católico, no solamente observan y guardan la paz y confederacion prometida a los Españoles, sino que en su ayuda (le estos salen a la campaña contra los enemigos que por el Mar pretenden inva- dir aquellas costas, Y estos Indios nuevamente convertidos tienen sus habitaciones a las espaldas de las Provincias de Cumana, Nueva Bareelona y Caracas, y por esta parte estan.seguros los Españoles (le que los enemigos entren a hazerles hostilidades por el gran Río Ori- noco, como ya lo han intentado los Extrangeros y no lo han conseguido por el temor que tienen a los Indios que habitan en dichas Provincias, y a sus flechas envenenadas, cuyas heridas no tienen humano remedio en sacando con las lenguetas sangre, como se experimentó el año passado de 1659, que aviendo entrado en esta tierra los Ingleses pyratas de Xamaica, y estando saqueando la Ciudad e Iglesias de Cumana al oír que llegaban de tropel los Indios convertidos de aquellas Provincias, en defensa de los Es- pañoles, dixo el General de los Ingleses con gran turbacion a sus Soldados: Vamonos, vamonos de aquí, que viene ya junta la salva fina. Y con sola esta voz se retiraron los enemigos a sus embarcaciones, dexando libre la tierra. La ultima conveniencia es que teniendo como ya se tiene en paz y obediencia a los 1ndi'6 de aquellas Provincias, está facil y llano el camino para el descubrimiento de el gran tesoro de el Dorado, que (segun tradiciones de los naturales de aquella tierra) está no mucho mas adelante de las Provincias de nuestra Mission, el qual tesoro (lizen por encarecimiento ser tan grande y rico que hay riscos de oro fino quaxado naturalmen- te, como tiene piedras una cantera. De este tesoro dio noticia (entre otros) vn Español que aviendo entrado por el Río Orinoco en las Provincias de los Indios Caribes, en compañia de su padre y de otros Soldados, les quitaron los Barbaros a todos la vida, reservando la del Español de quien--vamos hablando, que por ser entonces muchacho y de gracioso aspecto, le cobró aficion vno de los Caciques principales de aquella tierra y y le caso con su hija, y muerto el Barbaro quedó dicho Español por Reyezuelo de aque- lla tierra y señor de la montaña de oro, a quien el mismo puso el nombre de Tesoro dorado, y queriendo este muchacho abrir camino para que gozasse España de aquella riqueza se vino a la Costa de Cartagena, trayendo consigo por señas de el tesoro canti- dad de texos de oro fino con intento de remitirlos a la Corte de España. Pero los Espa- ñoles de la Costa le cogieron los texos y publicaron que hombre que hazia tal propuesta a o podía ser sino loco, embustero y mentiroso, con que el Español aviendo oído tales

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