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ros, defendiendo a nuestras misiones de los injustos repro- ches de los historiadores Humboldt, Baralt y Codazzi, y res- tableciendo siempre lo verdad histórica con los documentos fehacientes ante quienes frecuentemente hablaron de niemo- rio, especialmente los dos últimos. Si nuestra modesta opinión algo significa, quisiéramos persuadirle a que llevara adelante su obra, hasta legar un monumento a las generaciones venideras. Quisiéramos que tardo el Gobierno de Venezuela como nuestra Orden, le prestaran su valiosa cooperación, y que en vez de varios lo- mos, las relaciones fueran un trabajo terminado y completo, fuente de consulta para los historiadores españoles y venezo- lanos. Comprendernos que la suma de energía y de dinero que se necesita para ello es verdaderarnonte grande: pero que mucho más grande es el honor de nuestra Orden, el honor de España, de Venezuela y de ¡o civilización española y la eficacia civilizadora de nuestra SonIa Madre la Iglesia Cató- lica y ya que nuestros grandes conquistadores y misioneros más se ocuparon de crear una gran epopeya que de escri- birla, nosotros debemos reparar esa injusticia y ese olvido, y no permitir que nadie ponga en litigio el genio civilizador de nuestra religión y de nuestra raza. Y queremos más: queremos que tras él salga toda una le- gión de amantes de nuestra Orden y de su historia gloriosí- sima; una legión (le investigadores expertos: una legión de escritores imparciales y laboriosos que inicien y lleven al ca- bo la reconstitución de nuestra historia, poniendo al frente de ella, como el Áutor,el testimonio del Consejo de Indias, gra- bado en letras de oro. 'La mesa puede asegurar que las Misiones de los Capu- chinos son tal vez las más bien servidas y desempeñadas.' Archivo General de Indias. Est. 144 Coj. b-Leg, 4-. FR. SEBASTIÁN DE UBRIQUE.

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