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170 bre, y encontró a la otra parte del cerro vna partida de Indios CoyamoS, que eran los enemigos de los recién poblados. No sabía su lengua, u jamás avía llegado Español alguno a sus tierras; pero Dios que le ay concedido varios dones, le ilustró con el de lenguas, y con l pudo ente der la de los Coyamos, y darsseles a entender, predicarles la F Chris liana y exorfarlos a la paz que pretendía, y a que dexasen sus vicios, y se reduxesen como sus ezinos, a loblacion. 7. Apenas le vieron llegar a su pressencia los Indios de aquella estan - cia, quando su Cazique, y ellos se quedaron pasmados, sin saber lo qu les avia sucedido. Entonces los saludo Fr. Fregorio, con la paz del Enan- galio, y con dulces, y eficazes palabras, y algunos donecillos que les 11«-' baba, sosego sus animos; y de tal su ro s erte se templan, que trabaron con, el larga, y gusta Platica; haciéndole varias preguntas del fin de su jor nada, y de la Religion que les predicaba. Safisffçoles a todo, y le oyeron —, con tanto gusto, que trató luego el Cazique de que le pussiesen vna Red:. para dormir, como ellos vssan y le regalaron con buena cena de sus vian- das, y frutas; y después se rrecogieron con animo de seguirle, y de tomar sus saludables conssejos. 1-lallaronse alli por accidente dos Indios Coya- mos, que eran de otras partidas diferentes, no distantes mucho de aquella estancia. Essos sugeridos del Demonio, viendo la novedad, y el agassajo que sus paysanos avian hecho al Siervo de Dios, y oyendo lo que este les avia propuesto: cautelosamente, y con silencio se partieron aquella misma noche, y fueron 0 dr quenta de todo a otros quatro Caziques, y a la gen- te de su sequito, vertiendo en los coraçones de todos infernal ponçoña de ira y corage. 8. Noticiossos essos de lo que passaba, madrugaron todos, y vinie- ron como vnas fieras, armados con sus lanças Macanas, y flechas trayen- do consigo hasta sus mugeres, y hijos; y todos esquadronadoS y a guiSsa de pelear, se passieron en frente de la cassa, donde eslava el bendito varon. Desde allí embiai'on vn recaudo al Cazique, diciendole: que se previniesen él, y los suyos, porque a todos los avían de pegar fuego, y quemar vivos, por ayer recibido en su tierra y cassa al Padre. Respondió el Cazique, diciendo: que el Padre se avia venido, sin llamarle; y que ya le hubieran quitado la vida, a no ayer experimentado, que era buen Padre, y que los quería mucho, y enseñaba cossas buenas, y los defendería de sus enemigos. Bolvió el mensagero con esta respuesta, a tiempo que ya se ¡van acercando, y oyda por los Caziques, movieron grande algazara y voces, y de mano armada, se fueron acercando a la cassa. 9. Reconoció Fr. Gregorio su dissinio, que era de quitarle a él l vida, y aviendose encomendado a Dios, tomó en la mano su Santo Cru- cifixo, y con gran ferbor de espíritu les salió al enquentro y procuró sose- garlos: dandoles a entender (porque no hiciesen daño a los otros) el fin

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