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164 las narices; y a la de Nuestro Padre San Francisco, le sacaron los ojos' y a todas las arroxaron con gran desprecio. 15. Por vitimo, saciada ya su furia con tan horrendas maldades, y teniendo mas que hazer, temerosos del castigo que les vendría, en sabiet do lo sucedido los Españoles, acordaron entre si, salir a explorar el ca mino, y esperar al Governador, para matarle. Con esse animo se metiero en vna quebrada del camino, y al emparejar salieron de la emboscada, y le mataron y a algunos de su comitiva. A otros, que pudieron escaparse los hirieron gravemente; y essos dieron noticia del sucesso, aunque no de lo que avian executado en la Población. 16. Passado este lançe se bolvieron a ella los iniquos Indios, y bm ron sus trastos, mugeres, y niños, y marcharon a guarecerse a vn cerr, algo distante. En llegando a di se les aparecio en forma vissible el Dem nio, fingiendose muy su amigo, y protector; pero para su mayor daño, y les dixo: Que hazeis aquí miserables? Ya todos' estais perdidos: y assí salid luego deste sitio, y caminad a la parte que os aconssejo; que es la Isleta cercana a la punta de la Galera, que allí os defenderéis de los Blan- cos. Dicho esto, desaparecio el Demonio, y ellos marcharon luego dl sitio que les señaló: siendo todo dirigido para su mayor precipicio, y para co- meter nuevas culpas, con que se perdieron muchos, y algunos sus almas, como veremos despues. 17. Con la noticia que dieron los de la comitiva del Governador, que escaparon con vida, aunque mal heridos, cayeron en cuenta los del, Ciudad de Gruñe, de que los Indios de la Poblacion de San Francisco los Arenales eran los autores de essas trayciories; y no dudaron, de q frifaÍibTente hubiessen muerto a los Religiossos della, antes de salir espiar al Governador. Entonces mando la Ciudad, que saliesse luego gente de Armas, para buscar, prender, y castigar a los fugitivos. Pero aunque los encontraron, y pelearon con ellos, no cogieron a ninguno, y solo pudieron matar con los fussiies a veynte delios: siendo el primero que derribaron de vil, valazo, el que dio principio a tantas crueldades, y ofenssas de Dios. Los restantes huyeron, y fueron siguiendo a sus mu- geres, y Niños, que se ¡van a refugiar al sitio, que les avia aconssejado el Demonio, que es vna Isleta cerca de la Playa de los Cocos, donde ay vna Laguna, vezina'al Mar. Aquí estuvieron, a su parecer muy seguros, hasta que niandandole la Ciudad al General Antonio de la Cruz, indio de N ción, que saliese con cien indios chrislianos de las Poblaciones, a bus y prender a los fugitivos, les fué siguiendo los paesos, hasta que dió co ellos en la Playa de los Cocos: y los obligó a meterse en el sitio referi que llaman la puíita de la Galera. 18. Hallandose ya cercados por Mar y por tierra, y que no se poi escapar, ni podian elegir otro medio, que el de morir alli, o darse a

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