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136 cuchillo de dolor, y compassion vivieron traspassados aquellos Relig' sos muchos dias, hasta que buscaron forma para que pudiesen socorre! Todo les parecia tolerable, como no les faltasen para su ampo - los Religiosos. A vnos y a otros esforzó mucho en sus trabajos el lUn trisimo Señor Obispo Don Fr, Bartolome de Escañuela, de quien poco h hizirnos mencion, Este celosisirno Prelado llegó a Santa Maria, poco des pues de la traxedia passada; vissitó sus obejas, y consoló mucho a 89 Hijos, y Hermanos los Missionarios; y con su ayuda, pudieron entrar nuevas empressas de gran gloria de Dios, bien de las almas, y seruici del Rey nuestro Señor, como veremos mas adelante, y es cosa que admira a los que con Christiana retiexion lo consideran. De todo lo qual informó a su Magestad largamente; y el Conssejo dio la Providencia que convenia para el mayor acierto y conservacion de tan importantes Misiones. CAPJTTLO XI. DONDE SE REFIEREN ALGUNOS SUCESSO$ MEMORALLES, EN QUE EL SEÑOR HA MANIFESTADO DARSE POR SERVIDO DESTAS MlssioNss. 1 Aunque para hacer recomendables a la posteridad estas Missioiu son bastantes los motivos, que hemos referido hasta aqul, y los que yr mos viendo mas adelante, quando se trata de los frutos particulares todas, y de cada vna en particular: todavia, es precisso, antes de enir en su especial narración, el referir algunos sucessos, en confirmacion lo que la Magestad Divina ha manifestado (desde el principio destas Ápc tolicas Misiones) darse por servido de los operarios evangelicos que 1 plantaron, y hasta oy las prosiguen con grandes aumentos espirituales aun temporales, para el alivio de los fieles, que havitan en aquellas tierri 2. Sucedió, piles, que antes que passasn a ellas nuestros primer Capuchinos el año de 1646 (1) le mostró el Señor en espiritu dichas Misa n esa vna Sierva suya, vezina de cierta ciudad zercana a ellas, con la oci sion que luego diremos. Fue esta sierva de Dios en su mocedad muy lebrada de hermosa, y vivió con menos recato algun tiempo. Ofreeh ayer de assistir a vn sarao con muchas pel'ssonas de su porte, y aca tan lihianas como ella. Empezose el hayle, y al tiempo de salir ella, brevino un estruendo notable, como si cayese en la cassa el monte n alto. Assustóse del casso, y temiendo algun castigo de Dios por su rn vida, trató de retirarse luego del Sarao, y de la Cassa, y se fue a la su no sin admiracion de los muchos que assistian al bayle. 3. Apenas salió a la calle, quando a pocos passos, encontró al ben nisaimo Jessuis, destilando copiossa sangre por todas sus heridas, y (i) Véase esta Relación, Cap. 1, núm. 2, fol. Si.

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