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18* Quiero también citar aquí algunas palabras del Venerable Pa- dre Maestro Fray Luis de Granada, que a mi ver, sirven de bro- che de oro, que cierre el presente estudio. En el compendio de la doctrina cristiana, tratado 1.0, capítulo 1.°, dejó escrita esta her- mosa sentencia: «Notoria cosa es, dice, que uno de los mayores impedimentos que el hombre tiene para alcanzar su última felici- dad y bienaventuranza, es la mala inclinación de su corazón, y la dificultad y pesadumbre que tiene para bien obrar; porque, a no estar ésta de por medio, facilísima cosa le sería correr por el ca- mino de las virtudes y alcanzar el fin para que fué criado.' Si aplicamos este dicho que nuestro gran clásico escribió de todos los hombres, particularmente a los que son salvajes, y aun no han recibido la clarísima luz de la revelación cristiana, podemos interrogar: si todos los hombres sentimos las malas inclinacio- nes, ¿cuánto más la sentirán los incultos, que se mueven en me- dio del salvajismo? Si los civilizados y cristianos sentimos difi- cultad y pesadumbre para bien obrar, ¿qué peso no experimenta- rán para ello los que carecen de civilización y de fé? Pues este fué el dique fortísimo que impedía a los PP. Capuchinos obtener con facilidad la cultura y evangelización de los indígenas del Nue- vo Mundo. Sumidas aquellas tribus en la más lamentable ignoran- cia en todos sentidos, e inclinadas al error y al vicio y a satisfa- cer los brutales apetitos y las más bajas pasiones del hombre, ne- cesitábase una labor intensa, perseverante y llena de sacrificios, para inclinar hacia el bien y a la verdad a estos moradores de las incultas selvas. Los Misioneros emprendieron tamaña obra y lograron al fin, asistidos de la divina gracia, y mediante su abnegación, su cons- tancia y su esfuerzo, reducir al orden, a la moralidad y a la Reli- gión de Jesucristo aquellas almas, redimidas con la Sangre pre- ciosísima de nuestro Salvador Divino. Hemos terminado. La autoridad del autor en cuanto a las Misiones es incuestio- nable, ya que por el tiempo de veinte años ha sido misionero en Venezuela y otras partes de América. El ha recorrido casi todo aquel dilatado territorio; ha visitado a los indios en algunas de
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