BCCCAP00000000000000000000509

75* Tampoco olvidaron los misionems explicar, a los indígenas que es contrario a la naturaleza contraer matrimonio entre consanguíneos en línea recta; que los derechos de la sociedad doméstica exigen el consejo del padre y de la madre, etc., según las disposiciones de la ley canónica, que es la mejor intérprete• de la ley natural y divina y la que mejor concreta la aspiración social de la humanidad. Se ve, pues, que los misioneros hicie- ron depender el matrimonio de la ley natural y de las leyes de la Iglesia Católica, por razón de su origen y de su últimó fin; en cambio, los efectos civiles que resultan del vínculo matrimo- nial los organizaron por medio del poder social: de este modo, dieron a la sociedad doméstica lo que le pertenecía en la direc- ción y gobierno de los hijos; a la religión, sus justos derechos, y a Ja sociedad los suyos. ¡Cada vez quedamos más admirados del orden que vamos descubriendo en la administración y gobierno social de las misiones de los Padres Capuchinos! § II Pero no bastaba esto a los misioneros, sino que llegaron a organizar hasta el último extremo la familia, cuyo origen no es otro que la sociedad conyugal, y podemos asegurar que no pasó desapercibido a tan ilustres y humildes religiosos toda Ja importancia que en sí tiene para la civilización del mundo; por esto enseñaron con claridad a los indios la base de la autori- dad conyugal y de la autoridad paterna, explicándoles los límites de cada una, De esta manera intentaban llenar de luz el hogar del indígena, y poco a poco ilustraron a los indios en estos grandes deberes y principios de orden. La autoridad de la sociedad conyugal es cierto que reside en ambas partes; pe- ro en cuanto a la ayuda y socorro mutuo, la realidad la lleva al más resistente; y entre ambos elementos, la primacía la lleva el hombre por la razón natural del origen de los individuos. Cuanto a la sociedad familiar, la autoridad reside principal- mente en el padre; pero templado por varios modos y por las exigencias naturales de la madre. De hecho, el padre y la madre no sólo tienen autoridad sobre sus hijos, sino también sobre todos los que viven debajo de un mismo techo, dentro

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz