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64* a que no se le haga difícil o casi imposible la consecución. y. ejercicio de ella --de la honestidad—, en la cual se encierra U verdadero bien para todos. Al efecto, los misioneros pusiero el mayor interés por que cada uno de los indígenas se conse vara en la debida decencia y en la mútua urbanidad, enseñand a sus indios que no sólo podemos ser constantemente útiles los demás con nuestro entendimiento y voluntad, sino tambié con nuestras acciones externas: por estas enseñanzas, los indio, podían conocer muy bien cuál es el respeto y amor verdade: que debemos a nuestros padres y madres y demás autoridades y el que debemos a los mayores en edad, dignidad y gobiernd luego ensalzaban la amistad mientras se conserve en los térmi nos justos; y, finalmente, les dieron reglas para cuando es u. deber suspenderla con los malos. Tampoco olvidaron los misioneros predicar a los indígenas el amor de los enemigos. El amor de los enemigos no era fácil que de primeras lo entendiesen los indígenas, porque este principio social no cabe en la cabeza del salvaje; pero los misioneros los instruyeron sobre la colisión de los derechos particulares y en la integridad de los derechos individuales, distinguiendo convenientemente el mal de la persona que lo hace y enseñándoles que rehusar al enemigo el amor, la benevolencia y la urbanidad común y ordinaria, es privarle de un derecho particular. Esto quiere decir que para conservar los derechos de todos, sin lesión ni menoscabo alguno, es preciso que el individuo no pueda pro- pasarse a tomar la venganza por sí mismo, porque nadie es, buen juez en las causas propias, y el proceder a la venganza, cada uno de por sí sería destruir la sociedad y terminar con el mutuo amor y la justicia recíproca; al contrario es el máximum de la cultura cristiana hacer bien a los que nos hacen mal y) amar a los que nos aborrecen: cultura y civilización que por otra parte nos la impone la misma naturaleza humana. Tanto: más, cuanto que las autoridades constituidas abundaban en poder suficiente para reprimir el desenfreno y el atrevimiento de: los malos, castigarlos y dar satisfacción a las partes ofendidas.; De esta manera, suave y fuertemente, los misioneros co- menzaron a domesticar la bárbara altivez de los indígenas y a

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