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60* Finalmente, encontramos la acción simultánea del gobier no español y de las misiones en la ayuda externa o militar; sin que por una sola vez hallemos a la autoridad real inmiscui- , da en la dirección interna del conjunto de los pueblos indígenas o de españoles, puestos bajo de la autoridad de los misione- •-i ros (i). Con todo, el gobierno español, suponemos que a petición : i- Hanciar0r0 t111P los indí enas flfl UZ 11I1'.JL1¼L .J, '.J . y j' ._ 1 II> abandonasen los pueblos formados, y de hecho obligaba a los españoles y a los indios a no vivir desparramados por los montes, y acerca de esto encontramos numerosas disposiciones que lo atestiguan; disposiciones que se dirigían directamente a los Padres Capuchinos, al obispo y al gobernador o capitán general y aun al virrey de Nueva Granada, y siempre con bue. na fe y entera sinceridad de parte de todos (2): así fué como pudieron fundar tantos pueblos como hicieron los misioneros, según se puede ver en las estadísticas de las misiones y en los mapas que nos dejaron. Es de justicia decir que el gobierno español, sin duda el más sabio de aquella época, atendía con varios recursos a cada misionero para facilitar su apostolado y en general no fué siempre infiel económicamente con ellos (a). (,) Arch. Nacional de Caracas. Año 1343 y otros. (a) Véase Rdaciones. Archiv. de Indias, 22 o más legajos. () Archiv. Nacional de Venezuela, Caracas. Año de 1803. 9. n. 3.; Leg. 2 n. 17. (N. R,)

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