BCCCAP00000000000000000000509

siempre con la decencia posible a cada uno, segúnla ed* estado y condiciones de posibilidad; y conformándose con Leyes de Indias, declararon obligatoria la diligencia de los' dios en procurarse vestidos para cubrir la desnudez nativa.: esto trabajaron lo indecible (i). Por la misma razón era fácil que los indígenas pudie, conocer la necesidad del trabajo y de la industria para aiim tar el cuerpo y conservar la salud, las fuerzas y la vida, y a buscar las comodidades legítimas para mejor servir a Dios evitar el pecado de la ociosidad tan propia y peculiar , salvaje. 1Admirable labor la de los misioneros capuchin ¡Cuántos que se llaman civilizados necesitarían hoy de es enseñanzas! Tampoco olvidaron nuestros misioneros inculcar a los i genas que es una obligación preparárse una buena estimaci1 y que urge, a la continua, conservar y defender esa buefl opinión, tan provechosa para uno mismo; como para el resto,4 la tribu. Finalmente, los misioneros perfeccionaron las fuerzas intc nas de los indígenas cuando los dirigían a obrar siempre co la debida prudencia, habituándolos a juzgar derechamente d los medios particulares para un fin recto, lo que perfeccionab el conocimiento moral en ¡os indígenas: que a la prudencia deii acompañar la precaución, la docilidady la perspicacia; y qt son enemigos de la prudencia la timidez y el engaño, la ine titud y la falsía; que los apetitos y pasiones lícitas deben• acompañados de la templanza y de la fortaleza de alma; que templanza en los apetitos exige la continencia, la sobriedad y mansedumbre; y que la fortaleza en las pasiones racion•ai requiere una moderación calculada, la gravedad la mode$ y la humildad de ánimo; y en cambio para la magnanimid a fin de llevar a cabo las cosas más árduas y muy dificulto que se requiere la animosidad y confianza, la generosidad nobleza, y finalmente, que la fortaleza también se necesita pl tolerar y sufrir los males con perseverancia y paciencia. Lib. 6.:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz