BCCCAP00000000000000000000509

47 * Podemos afirmar que por esta vía los misioneros llegaron hasta el corazón del indígena y lo prepararon para cumplir con la obligación natural de amar a Dios sobre todas las cosas; no como a las demás, sino sobre las mismas, ya con amor Imperfecto, que es verdadero amor, necesario y obligatorio para la salvación del hombre, o con el amor perfecto, asequi- ble a la naturaleza humana por sólo la infinita y suprema bon- dad intrínseca a la divinidad. Colocado el indígena en el punto del amor de Dios, fácil cosa le era retroceder hasta sí mismo y comprender la necesi- dad de amarse personalmente, cuyo amor, impuesto por la naturaleza, no tiene origen sino del mismo Dios, autor de ella; ya que la primera obligación, necesidad o deber de cada uno es hacerse bien y conservarse en el orden y en la moral y adquirir conocimientos para ello. Con esto los' estimulaban a la aplicación en todos los órdenes y fomentaron en ellos el espíritu de la investigación y del estudio, perfeccionando el entendimiento y la voluntad, conforme a los dictámenes, no, de la propia conciencia, que eso es lo menos que se puede pedir a un hombre, sino según los dictámenes 'de una recta con- ciencia. Mas para cumplir con los designios de Dios es absoluta- mente necesario conservar la vida; por esto los misioneros enseñaron con interés a los indígenas que no se puede exponer ni quitarla uno a sí mismo, lo que sólo es propio de pusilá- nimes, de los cobardes o de los faltos de juicio; pues la vida, de por sí, requiere valor y fortaleza de alma para sufrir y ,ufrirse uno a sí mismo. Aun por penitencia, el hombre necesita 'mortificarse prudentemente, y tan sólo por motivos de virtud y no por odio a la vida. Como quiera que a la higiene del espíritu sigue la sanidad o higiene del cuerpo, los misioneros se interesaron por que los indígenas no descuidasen ésta, puesto que parece formar parte de la salud la decencia y la limpieza exterior; es lo cierto que sin la salud poco o nada se puede hacer para el mayor servicio de Dios, para los demás y aun para uno mismo, por lo que es obligatorio el atender a su conservación; por esto, los misioneros se esmeraron en inculcar a sus subordinados que se presentaran

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz