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CAPITULO V Que los misioneros capuchinos no separaron el fin último de la naturaleza humana del fin general y aun particular del hombre, para el gobierno, administración y civilización de los Indígenas Con esto hemos llegado quizá al punto más principal de la administración y gobierno de las misiones de los capuchinos en Venezuela, puesto que, como buenos apóstoles y educadores, necesitaron enseñar a los moradores de las selvas el último fin real de la naturaleza y de las acciones humanas; y ciertamente que lo cumplieron a maravilla; pues así como los indígenas siempre obraban por algún fin, los misioneros tuvieron interés particular en dar a conocer al indio que la naturaleza humana tiene un fin universal impuesto por Dios a la misma, y que este es el último fin real de todas las acciones humanas, no aparente ni efímero, como la idea, sino real y único. Y como sólo el que obra imprime el fin para lo que hace y el porqué de ello, así el propio y último fin de la especie humana puede prefijarlo solamente el autor de la misma natu- raleza. Los misioneros, al proceder tan sabia y naturalmente, lle- varon a los indios, como por la mano, al conocimiento de la causa primera, pues aleccionados de que ninguna cosa puede constituir para sí un fin real y último, les quedaba prodigiosa- mente despejado el camino del salvajismo, para entrar por el de la civilización y cultura del Evangelio. Tan sólo de ese modo los indígenas pudieron llegar al conocimiento de que la felicidad de la naturaleza humana no consiste en la voluptuosidad de los sentidos, ni en las riquezas
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