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CAPÍTULO IV Que trata de cómo los misioneros capuchinos elevaron a los indígenas al conocimiento de la moralidad y de la responsabilidad individual y social de las tribus En las acciones humanas encuéntrase una diferencia esen- cial e inmutable: quiero decir, que unas son moralmente buenas y otras malas. Se ha de notar que esta diferencia radical proviene de las acciones y de las cosas y no de las instituciones humanas ni de las costumbres, leyes u opiniones de los hombres. Desgra- ciado del mundo si en eso consistiera la norma de la moralidad pública y privada! La moralidad consiste, primariamente, en la conformidad -. de las acciones humanas con la Ley eterna, y, secundariamen- te en la conformidad de ellas con la recta razón. El bien, dice San Buenaventura, no es bien si no se hace derechamente (i); y Santo Tomás (2) dice que 4a moralidad un orden real que hace la razón al disponer libremente de las acciones, conformándolas o no con las reglas de las cos- tumbres', reglas fijas, rectas, ciertas y obligatorias para todo reglas que no están basadas en las volubilidades hu hombre; •' manas, ni en lo útil o deleitoso del acto, ni en la entidad física de él, ni en la misma libertad humana, sino muy independientes de estas cosas; de otro modo, la moralidad consiste en la rela- ción que tienen las acciones humanas con el fin último del hombre, según que estén conformes con ese último fin. (1) BOnUmnOXI est nisi recte fiat. Oper. Toxn, XII. 146, b. Ed. 1867.
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