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170* que al apoderarse de ellos los hispanorepublicanos de At ca, necesitados como estaban de recursos o ansiosos de e todo quedó a su disposición, y cambiaron rápidamente 1 ministración y el régimen de gobierno; y que pasó—de un y por encanto—toda la riqueza acumulada, propiedad d indios, a sus ruanos..,, cualquiera puede comprender qu. decadencia y ruína de aquellos países, antes tan prósper felices, no fué parte de la administración, régimen y gobie de los misioneros, sino cuestión de las blancas manos milíta o civiles de entonces; y así, la desolación completa de aquell regiones, antes tan ricas, prósperas y abundantes, no pue traerse como argumento en contra de los misioneros, ni d sistema de las misiones; al contrario, parece que si hubiet continuado los religiosos en la administración y gobierno del misiones, éstas no se hubiesen arruinado. Así que el razor miento es contraproducente. Fuera de eso, cómo es posible culpar a los misioneros, su régimen, administración y gobierno, del estado deploral en que esos países quedaron, sobre todo, después de que les priva de la administración, del gobierno, de la libertad de la vida?... (i). Al contrario, es lógico pensar que así coi los misioneros, con su sistema de administración, crearon fundaron los pueblos, y los elevaron a un grado de prosperid y de comodidades de las que ya apenas podemos formar t idea exacta, silos hubiesen dejado palparíamos todavía el: sultado de aquel régimen extraordinario» que, según frase Humboldt, elevó aquellas regiones al más alto grado de pr peridad y bienandanza (2). Por esto nos parece que el cam de administración y de gobierno, de personal y de sistema, j to con la muerte violenta de los misioneros, las condujo a la: na; y francamente opinamos por su reinstalación, valiéndo: de todos los adelantos modernos y aprovechando todas enseñanzas de la historia. Corrobórase esta prueba, pues es un hecho conocido los sociólogos, que los pueblos que han gozado por largo ti' () Véanse Relaciones y los Documentos de Blanco y Azpurúa y O ('9,7). (s) VIaj. a las Reg. Equin. del N. Continente, Tom. I. fol. 4. Ed. París

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