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- - - CAPITULO XXX : En donde se acaba de responder a los cargos y objeciones que algunos han hecho al sistema de administración y gobierno de las misiones de los Capuchinos en Venezuela (1650-1817), con la defensa, réplica y contra-réplica sacada de los mismos contradic- tores • El famoso Baralt, después de hablarnos de tantos medios de felicidad y riqueza como disponían las misiones—aunque antes dijo que no tuvieron éxito—, pregunta: «Qué hicieron con ese poder y esos recursos los misioneros? ¿Conquistaron para la religión y la cultura las regiones donde se establecieron, fun- dando ciudades comerciantes, industriales o agricultoras? ¿Mejo- raron al mismo tiempo que la imperfecta sociedad, la condición moral de los indígenas? » ( i). Contestación: En la página siguiente a estas líneas, él mis- mo nos dice «que la manutención de los indios, generalmente hablando, estaba más asegurada, y que sus costumbres se ha- bían hecho más suaves' (2); pues entonces ¿por qué pregunta: qué hicieron los misioneros con ese poder y esos recursos? Y ¿que nada mejoraron? ¿No es mejorar un territorio el poder contar más de doscientos (200) pueblos nuevos fundados por los misioneros-Capuchinos en sus misiones, más de doscientos (200) pueblos, repetimos, en poco más de cien (ioo) años? () Id. fol. 265. (s) Id. fol. 266, 1!

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