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tfan sus fuerzas: estos mismos recursos sirvieron despu mirablemente, para afianzar la independencia de las próviti españolas de América (i). Los misioneros, dice Fray Nicolás de Vich; eran los ved daderos jefes de aquellos centros de producción y ahorro q excitaban la codicia de la revolución, los verdaderos padres maestros del indio y «los Angeles tutelares más cuidadosos tan bien organizados pueblos». A su fecunda actividad se «el arreglo y subordinación de los indígenas, frutos tardíos tan santas fatigas y trabajos apostólicos; la agradable herino ra y fecundidad de aquellas floridas labranzas y copiosas ci de ganado; la magnificençia de aquellos majestuosos santi nos, y los preciosísimos vasos y alhajas que adornaba adnití blemente estos palacios del gran Dios», cuyos adornos por hermosura eran la admiración de aquellas comarcas y de 1 mismos extranjeros que concurrían allá por sus negocios (2). Los Padres Capuchinos, dice el mismo autor, se privab «hasta de comer pan de trigo y de beber vino por no darse aquel país, y se contentaban con el casabe, o pan de raíces q se usa en aquella tierra, por temor y escrúpulo de que compra do aquellos alimentos que allí son tan caros, faltase lo necesai a los indios y al decoro de los templos ,; y consta que «se esa raban en la pompa y religiosidad de los divinos oficios, prec y sacrificios, que las acompañaba con el armonioso canto u do con los instrumentos músicos, los que resonaban a menu en aquellos asilos de piedad, y manifestaban las emociones júbilo de aquellos humildes corazones en presencia de la Maji tad Suprema...». Con este fin en «cada misión o pueblo, q se toman allí por sinónimos, había cierto número deindios u truídos en la música y canto», para solemnizar las funcior según la clase de fiesta. Todos los días en especial, se canta el «Santo Dios, y los sábados el «Santo Rosario»; y en los precepto de oír Misa durante el Santo Sacrificio se tocaba música: el misionero era el alma de aquel mundo, el que le da el ser, el movimiento y la vida; cera la fuerza que contenía (i) Véase O'Leary, Doeumentos 1816-1822. (2) Oracid,z fúnebre de ¡as Capuchinos de Guayana, muertos or ¡ ción, por Fr. Nicolás de Vich.

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