BCCCAP00000000000000000000509

CAPITULO XXIII En que so trata de la organización del fondo común o tesoro público de la administra- ción y gobierno de las misiones de los capuchinos Ante todo hemos de decir que la administración y gobierno de las misiones no exigía contribución ni tributo alguno, sino muy indirectamente y que la mayor parte de los gastos necesa- j nos los sacaban los Padres misioneros de las industrias, expor- tación y transporte general de los efectos de las mismas. Los pueblos de cada misión tenían en los hatos comunes una fuente de producción que pudiéramos llamar regional, muy a propósi- to para sus gastos. Otra fuente provenía del sobrante de los productos del consumo de los frutos producidos por las misio- nes, el que se aplicaba también a gastos generales. Hemos de : notar a la vez, que en cada centro de las misiones se contaba con un arreo de mulas destinadas al tráfico constante, principal- mente en el centro de la Guayana y Maracaibo e indios motilo- nes; con la particularidad de que ni los misioneros, ni los pañoles, ni los indios, estaban exentos de pagar un peso por cada bestia de las misiones que se emplease: porque al enviar productos de su propiedad debían pagar un peso por el alqui- len de ella, y cuyas ganancias pasaban al fondo común de las misiones (i). - Todos los productos municipales o casi-municipales parece que los recibía a su cargo el Padre procurador de la misión, quien los remitía al síndico, el cual siempre estaba listo para vender y comprar lo que el presidente de cada pueblo necesi- (,) Alv. Relac. Año de 1755.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz