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94* los deberes propios: para esto enseñaron a cada uno de"I', , digenas y extraviados que de no volver al orden resulta una de bien para el delincuente y para el conjunto social. Si él resulta de la falta del bien, y de la separación de la honest debida, y de la justa proporción que debe haber entre el humano y sus consecuencias o efectos, el castigo que dismi el bien sensible viene a ser una compensación de las acc malas. En esto se mostraron los misioneros eficazmente p sores, pues enseñaron a los indígenas que el bien donde q que esté es tan grande y difusivo que sirve de utilidad al i' viduo en particular que lo hace, y lleva a sentir la comodid al conjunto, lo que es muy propio de los verdaderos bien que aprovechan a todos; y al contrario cuando el hombre ob el mal,, quebranta el orden de la naturaleza, perjudica a 1 demás, hace el mal a sí mismo y colócase en un estado de violencia y desorden; violencia y desorden que de perdura obstinadamente en el individuo, lo llevan a constituirse e' perpétua injusticia, y viene a ser una necesidad social el ca& tigarlos y privarlos sensiblemente del bien. Amaestrados co estas enseñanzas, los indígenas podían comprender la necesida del castigo y de la reclusión, por más o menos tiempo, hast suponer razonablemente el cambio necesario del ánimo en ser perjudicial a los demás. Inútil parece decir que los misioneros se mostraron siempr caritativos y que intentaron llevar a los culpados la idea de corrección y enmienda bienhechora, reparar el mal ocasin nado, y avisar eficazmente a los demás que el desorden y le injusticia, aun en este mundo, llevan detrás de sí la pena tned, cinal y reparadora. Al conducirse de esta manera los misio:,, neros en el gobierno y administración de las misiones con los indígenas culpados, según la Relací6n de Alvarado y otro documentos, no lo hacían por sí mismos, sino por medio de la' autoridades subalternas de los mismos indígenas, y encontra mos que los misioneros estudiaban con las autoridades indias los medios que podrían ponerse para evitar la incitación a delito y quitar las causas del desorden y de la violación de l justicia. Estos métodos los encontramos practicados también más tarde por el insigne gobernante, verdaderaménte excelen

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