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92 * ron comprender el deber que tenían de ser fieles en todo a administración y gobierno de las misiones y al pacto sociall e~ los españoles, para lograr la felicidad de los pueblos y el bi estar y provecho particular de cada uno. Así fué como los misioneros encaminaron sus esfuer para lograr la perfección del entendimiento, de la voluntad de las pasiones de los indígenas; y así procuraron adelantar el orden material de los negocios comunes, poniendo siempre como ley fundamental de la justicia, el valor propio de cada cosa y la equidad e igualdad en los contratos bilaterales de las partes. Para esto, los misioneros les enseñaban a apreciar eL valor real de las cosas; unas veces por la estimación pública,1 y otras por la escasez o rareza de ellas; o ya por el trabajo y la utilidad que llevan consigo, dando a cada una su valor ob- jetivo independiente del arbitrio de uno solo. Al mismo tiempo les instruyeron en la rnútua prestación de las cosas por cierto' tiempo, con la obligación de devolverlas a su dueño después de haberlas usado, haciendo diferencia de las que se consumen o no con el uso; y por último, les dieron a conocer el valor d, convención de la moneda para facilitar las transacciones. Finalmente, encontramos que fomentaron las mútuas tran- sacciones por su valor respectivo, y aspiraron a que el sobrante de unos pueblos llenara, por el justo precio, la escasez de los: otros, instruyéronlos en la razón y en la fuerza de la oferta y la demanda pública, y estimularon de esa manera las diferentes producciones y la distribución para el consumo necesario interno de las misiones, y después para el externo, en cuant fuese posible (t); pero de este asunto tan principal hablaremos con detención más adelante, cuando lleguemos a tratar del gobierno económico de las misiones. (z) V é anse Procesa: de la Guayana. Arch. Nac. de Venezuela.

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