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sanas y rectas de las cosas divinas y humanas; y esto sin mendigar el consentimiento de nadie, más bien explanando la naturaleza y la esencia de cada una y apoyando sus razones en la revelación y en el Evangelio, que es lo que civiliza a los pueblos; el misionero, rectamente enviado y teniendo siempre por norma las enseñanzas de la Santa Romana Iglesia, lo lle- vaba a los oídos del indígena (r). Ayudaba grandemente a los misioneros la potestad judicial de que disponían indirectamente para acallar las disputas sobre los derechos particulares, sirviéndose admirablemente de la au- toridad moral que les acompañaba para perfeccionar el conjunto indígena, dificultoso de llevarlo a cabo (2). Pero no se conten- taron con esto los misioneros, sino que perfeccionaban la ima- ginación y los sentidos del indígena negativamente, removiendo las malas pasiones e inclinaciones viciosas y salvajes, y positiva- mente, presentándoles objetos de diversión; para esto, unas veces excitaban las pasiones de lo honesto con premios a la virtud, ora guardando la proporción debida a los servicios que cada uno había hecho, y otras fomentando la emulación públi- ca, la que activaban con promesas mayores, procurando guiarse siempre, no por ¡a suerte ciega, sino por la razón bien calcula- da, a fin de que fuesen favorecidos aquellos individuos que podían reportar para sí y para los demás mayores ventajas. ¡Tal fué la obra de nuestros misioneros! No menos diligentes fueron los misioneros en unir las vo- luntades de cada uno de los indios, para lograr que todos amasen el territorio de las misiones, la administración y el go- bÁerno propio, y aun los mismos pueblos en que vivían, pues en ellos tenían su agrupación y asociaciones, las costumbres, ordenanzas y leyes establecidas para su bien; las diversiones, la autoridad que les protegía y cada uno su familia con todos los afectos nobles y santos; el hogar y casa y el campo donde vivían, trabajaban y sacaban su sustento. Con esto les dieron una idea del sentimiento patrio y del sentimiento regional, y si se quiere del instinto social y del espíritu público, y les hicie- (i) Hebr. i.XIII: Act. 9. XV. (2) Recop. I.J. 7.: i. 15.2.

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