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86* une extraordinariamente las inteligencias y las voluntades : los pueblos. De esto se deduce que ya se mire al hombre, a sociedad y al mismo Dios, la religión debe ser una, perpétul universal; porque Dios es uno y la naturaleza humana es un perpétua en medio del tiempo, y universal en todos los clim y en todas las razas. No se ha de pensar por esto que los u sioneros, como gobernantes, imponían la religión y Ja fe a 1 indígenas; no la imponían, sino que la predicaban con inter a los indios, y los instruían para que pudieran creer y prac carla; y como no es posible conseguir la unidad religioso-soc sino por medio de una religión sobrenatural, y no teniendo 1 indígenas ningún conocimiento de la revelación, los misioner se la explicaron con la mayor claridad. No debe olvidar el l tor que la situación religiososocial de los misioneros era mi distinta de las circunstancias actuales de ninguna nación, q nosotros sepamos; por eso los Padres no defendieron el dep sito de la revelación divina entre los indios sino negativameni Y al llegar aquí no se debe pensar que los gobiernos nacional puedan hacer lo mismo que hacían los misioneros con 1 salvajes; porque cuando una sociedad ha recibido la verd revelada, a todas luces, está obligada a venerar la veracidad Dios y a seguirla y practicarla, individual y socialmente, y 1 mover todos los obstáculos, externos e internos, que pued impedir a cada uno cumplir con los deberes y derechos de religión y de la revelación. Cuando los indígenas habían recibido con pruebas raciot les la revelación sobrenatural, los misioneros la elevaron ley social, como era la práctica del gobierno español que tonces dominaba al mundo entero, y violarla constituía no s falta moral, sino también social, aunque en las misiones mirada con la benevolencia propia de un gobierno dirigi por religiosos y atendidas las circunstancias de los lugares, tiempos y personas. Más benévolos eran todavía los misione) cuando por cualquier circunstancia los indios abandonaban o cansaban de las prácticas religiosas; pues los indígenas, q acababan de salir del salvajismo, recaían frecuentemente toda clase de supersticiones y en sus prácticas antiguas. P evitar este desgaste de fuerzas, los Padres Capuchinos pusier

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