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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 65 en los costos de dichas jornadas, manteniéndoles presidios y escol- tas de soldados, que, como a gente pagada, se les precisa en todo tiempo al cumplimiento de esta obligación; pero nuestras escoltas, por componerse todas de gente voluntaria, se hace indispensable, y es lo común, juntarlas a fuerza de predicaciones evangélicas, contemplar, regalar y mantener de tal modo sus individuos, que cuando se les quiere apurar algún tanto en las trabajosas diligencias de buscar los indios, si no están enteramente gustosos, o se esconden, o se huyen, como muchas veces ha sucedido, faltando a lo mejor del tiempo y al empeño, máxime en todas las ocasiones, que dichos indios hacen alguna resistencia; por cuya lamentable causa se han malogrado muchas jornadas, perdiéndose de una vez los costos y trabajos de los misio- neros que las sirven, con el dolor que se puede considerar. 24.—Lo segundo, que el único medio o recurso que en algún modo pudiera sufragar al presente los crecidos gastos de dichas jorna- das y su precisa continuación, era la limosna o sínodo de cincuenta pesos anuales que la piedad del rey tiene destinados a cada uno de los misioneros de esta provincia para su religioso hábito y para el pan, vino, cera y aceite que se gasta en sus respectivas iglesias, cuya limos- na la ceden gustosamente todos, en la mayor parte, por sólo el fin de la salvación de las almas; pero aun ésta se halla el día de hoy tan escasa y es tan poco lo que se cobra de ella, que con asegurar a V. S. I. que el alcance que hacen nuestras misiones a las reales cajas de esta ciudad de sola dicha limosna, pasa de diez y seis mil pesos, de veinte y cinco años a esta parte; de lo que podrá inferir su alta comprensión los ningunos medios que nos restan para desempeñar en lo venidero negocio de tanta consideración e importancia. Como primer objeto que es de la justificada real conciencia, repetidas son y han sido siempre las órdenes de S. M. a los señores gobernadores y oficiales reales sobre que a los misioneros de esta provincia se les asista con lo que se les estuviere señalado y fuere preciso para su manutención para que no se malogren ni retarden los importantes fines de la reducción de los infieles, cuyas palabras son a la letra de la última real cédula librada en San Lorenzo a 23 de noviembre de 1745, también presentada en esta ocasión ante dicho señor goberna- dor y capitán general; pero la carencia de caudales, que se dice haber en estas reales cajas, quienes solamente y de continuo la experimen- tan más que otro, parece son los curas doctrineros de indios y los pobres misioneros capuchinos, aunque éstos con muchas más nccesida-

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