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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 443 "Ilmo. Sr.: Tengo por muy conveniente a la tranquilidad pú- blica, servicio del rey e interés del estado, que los Rvdos. Padres Ca- puchinos de las misiones de Apure sean restituidos al uso y ejercicio que tenían en dichas misiones el día 18 de abril de mil ochocientos diez, respecto a que la innovación que en este particular se ha hecho con dichos Padres, fue por un gobierno ilegítimo y revolucionario, cu- yas ideas esparcidas allí sólo pueden desterrarlas, en mi juicio, los mis- mos Padres Capuchinos que se han manifestado tan celosos por la cau- sa del rey, y por lo cual han sido perseguidos del indicado gobierno. Espero que V. S. 1. tan adicto a Su Majestad y a la buena causa, propendrá gustoso a mi pretensión que tiene por objeto la tranquili- dad pública y el restablecimiento del buen orden, que acaba de en- cargárseme por el ministerio de la Guerra con expresiones muy encarecidas. Cuyo contenido traslado a V. P. para su inteligencia y que hasta la fecha no he tenido contestación. Dios guarde a V. P. muchos años.— Caracas, 17 de febrero de 1813.— Domingo de Montever- de. R. P., Prefecto de las misiones de Apure. Viendo el Sr. Capitán general y yo que nada se contestaba por el Sr. Ilmo., provocamos una conferencia que duró desde las doce del día hasta las tres de la tarde, en el palacio del Sr. Ilmo., a la que con- currimos el Sr. Capitán general y el R.P. Adjunto segundo, Fr. Fer- nando del Coronil, el R.P. Procurador, Fr. José Francisco de Cara- cas y yo, a la que no pudo menos el Sr. Ilmo. que acceder, aunque con alguna repugnancia, la justicia que nos asistía para volvernos nuestros pueblos para reedificarlos en la moral cristiana y reducirlos a la obediencia de nuestro legítimo soberano y gobierno de las Cortes y Regencia, todo lo cual se verificó por el oficio que con fecha de 16 de marzo me pasó el Ilmo. que conservo en mi poder. Concluidas estas diligencias, con las de mandamiento de entre- gar todos los bienes de la comunidad saqueados, vendidos y disipados por los insurgentes, salí de Caracas para Barinas con órdenes del Sr. Capitán general para el gobierno de donde dependen nuestras misio- nes, para que, según mis conocimientos, se arreglasen nuestros pueblos a la mayor seguridad que no tenían por estar seducidos por los nuevos predicantes a otra revolución. Por fines de abril ya tenía colocados a los más de los religiosos en nuestras misiones, que encontramos des- truidas, y yo me fui para Barinas a donde llegué el día dos de julio

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