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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 441 como que consideraban en cada uno de ellos un baluarte inexpugnable a sus depravadas máximas. El primero que salió el mismo año de 10 por el mes de octubre a refugiarse en esta provincia de Guayana, fui yo y me siguieron cinco misioneros más, que pudieron salvarse en esta misma provincia, que- dando expuestos los demás religiosos que no tuvieron tiempo de hacer lo mismo, sujetos a las mayores vejaciones, insultos e improperios, hasta que por último salió decreto de la junta revolucionaria de Bari- nas de prender a los que quedaran en ella. Los que nos hallamos en Guayana concurrimos, en cuanto pudimos en nuestros sermones y con- versaciones, a entusiasmar estas gentes a la defensa de nuestra sagrada religión de esta ciudad y provincia, como lo comprueban los documen- tos que paran en mi poder. Nuestros pueblos de misiones fueron ocupados por clérigos los más desatados en su impío sistema. Estos por desgracia, autorizados por el Sr. Arzobispo, predicaban y esforzaban a corromper los pueblos, como que en este procedimiento afianzaban el progreso de su carrera, como lo demuestran las copias de los oficios originales que incluyo a V. Rma., que por casualidad o descuido encontré en nuestra villa real de San Fernando de Apure, a mi regreso de Guayana, del mismo Sr. Arzobispo. Este señor pretendió durante nuestra ausencia que hicie- ran Capítulo con los tres únicos misioneros que habían quedado, in- clusive el R. P. Prefecto, el que se resistió a celebrarlo por más que le instaba dicho señor, exponiéndole tenía facultad para confirmar la elección. Quiso Dios, para que de una vez no viniera el edificio de nues- tra iglesia por tierra, cuando ya amenazaba su explosión, se determina- se el Sr. D. Domingo de Monteverde, hoy Capitán general de Cara- cas, a contener tantos escándalos, como efectivamente lo consiguió por la rápida reconquista que hizo por entonces, pero por desgracia y por la clemencia que ha usado con los insurgentes, se halla en el día con los mismos apuros en que todos nos vemos, por haberse vuelto a levan- tar todas estas provincias con el mayor furor y carnicería inmemorial en las historias de los tiempos más bárbaros contra todos los europeos. En el mes de septiembre del año 12 llegamos todos los misione- ros emigrados a la villa real de San Fernando de Apure, a donde se juntó el R.P. Prefecto; hicimos junta y se determinó celebrar el Ca- pítulo en nuestra misión de San Juan de Payara el día 16 de octubre

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