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438 PUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA globo hueco del tamaño de una granada grande, fruto de un árbol que llaman totundo, con granos sueltos adentro de capacho que es una frutuca redonda semejante a la munición gruesa pero de muy poco peso. Este globo lo ponen en la punta de una hastica redonda del grue- so del dedo pulgar, y largo como una tercia, de modo que viene a formar la figura del hisopo que se usa en las iglesias para el asperges. Este instrumento lo toca uno al mismo son que el carrizo, y esto es el baile de nuestros indios, que unos llaman jura y otros gaita. Otro usan muy triste, que llaman de botuto, y es con dos carri- zos huecos del largo como de una vara y cuarta, y gruesos como lo hace el puño de la mano cerrada de un hombre grueso. Cuando tienen una buena tinaja de algunos de sus brebajes, bien fermentado, es una de las ocasiones en que hacen este baile. Es rodeado también como el anterior, pero con esta diferencia: ponen la tinaja en el medio y comien- zan a tocar con la boca los dos botutos en un son bajo, ronco y pau- sado, y, acompañándole una maraca pequeña al mismo compás, pasan toda una noche dando vueltas alrededor de la tinaja con pasos lentos, alzando y bajando el botuto, y cantando en su lenguaje muy tristemen- te, sin dejar toda esta maniobra, aunque estén ya cayéndose de em- briagados, porque no cesan de beber uno en pos de otro hasta que dan fin a la tinaja. La historia de las Indias no dejará de dar alguna noticia de los hombres insignes, que hayan tenido los indios en armas y letras, y de que trata el artículo trigésimo cuarto; pero yo no tengo luz de alguno, y creo no me engañará, y digo que en más de un siglo que tienen de establecimiento en estas provincias nuestras misiones, no se ha cono- cido entre sus indios uno siquiera de aquellas clases; a lo menos, si lo ha habido, yo, al cabo de cuarenta años, lo ignoro aún, y lo mismo digo de sus obras literarias. Al trigésimo quinto: que creo no tienen los indios gentiles y que viven aún en los montes, ni los recién poblados, pero todavía no ci- vilizados, catequizados ni instruidos, idea alguna de las verdades eter- nas, que se expresan en dicho artículo; pero los ya perfectamente civi- lizados e instruidos, de que hay muchos en nuestras misiones así an- tiguas como modernas, que se han secularizado, me parece tienen de aquellas verdades la misma idea que el resto de los fieles. Ultim amente, sobre la clase de vestidos que usan los indios y la plebe de las ciudades" populosas, que es el asunto del artículo trigási-

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