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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 427 las siembras de yuca y otras raíces, maíz y plátanos, bien que estas labores por lo común son cortas, porque son naturalmente perezosos y se contentan con poco hasta que los misioneros les enseñan y van acostumbrando al trabajo y haciéndoles la necesidad que de ello tiene el hombre como tal, como cristiano y como pecador. Y lo mismo su- cede en cuanto a aplicar sus hijos a las artes mecánicas. A los europeos y a los americanos manifiestan inclinación y afec- to, como se pregunta en el quinto artículo, y aun se familiarizan con ellos, pero es regular y solamente cuando los tratan bien y acarician, dándoles carne, ropa o lienzo para sus guayucos, —así llaman ellos el velo de la honestidad—, abalorios, agujas, etc., porque son por lo co- mún muy interesados: pero si los tratan mal o les nigan lo que piden, en lo que suelen ser muy importunos, los aborrecen, huyen y se cau- telan de ellos llamándoles: español maluco. El medio para atraerlos y reconciliarlos, que se desea saber por el sexto artículo, está bien indicado en la anterior contestación al quinto. Y sobre el séptimo digo: que, o más bien, ninguna aplicación se conoce en nuestros indios a leer y escribir en sus respectivos idiomas. Yo lo atribuyo a su natural inacción e indolencia, y que de ésta procede el no encontrarse entre ellos papel, hojas, cortezas ni plantas destina- das a este efecto. Al octavo: que el medio más eficaz y sencillo para hacer hablar y entender el castellano a los indios me parece es el establecimiento de españoles honrados y de buenas costumbres en sus pueblos, porque he observado que el trato, conversación y familiaridad con ellos, fa- cilita uno y otro y aun los va civilizando y haciendo sociables, y aquí es de advertir que por este medio han progresado tanto en esta provin- cia nuestras misiones, poniéndolas en estado de poder ser, como han sido, entregadas muchas de ellas al Sr. Ordinario para formar, como se han formado, curatos y vicarías, que en el día son muy útiles a la religión y al estado, como es público y notorio. En cuanto a las virtudes más dominantes entre los indios, de que habla el nono artículo, puedo decir que son dóciles y obedientes, como el Padre que los instruye y el Juez que los gobierna sepan mezclar en su respectivo ministerio para con ellos la dulzura y suavidad con el rigor, usando de aquella más que de éste cuando abusan de aquella. De este modo hacía con ellos y de ellos cuanto emprendía en beneficio

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