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426 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA por el discurso del tiempo a henchir las tierras de Indias de tantas naciones, gentes y lenguas. Y lo tercero, en la conformidad que se observa en los indios con las costumbres, leyes, ritos, ceremonias, vo- cablos y otras cosas de cartagineses, hebreos, griegos, fenicios, chinos, tártaros, etc. No me detengo más en este particular porque en el citado P. García se puede ver cuanto puede desearse en esta materia, si quie- re saberse con más extensión. Al asunto del tercer artículo del interrogatorio digo, por lo que observé en los varios pueblos de los indios de nuestras misiones, que he tenido a mi cargo en esta provincia y la de Barinas; que son tantos los idiomas cuantas las naciones que conocí en ellas, y son: guaiquires, palenques, gayones, cumanagotos, yaruros, otomacos, guajivos, chin- coas, guaranaos, taparitas, achaguas y guamos. Las tres primeras na- ciones, como reducidas por nuestros primeros misioneros a poblado y versadas hace más de un siglo con los españoles, que con real permi- so se han establecido en sus mismas poblaciones o en sus inmediacio- nes para el resguardo y auxilio que siempre han necesitado los misio- neros para sus conquistas y para sostener y llevar adelante sus funda- ciones en servicio de ambas majestades, no sólo entienden sino tam- bién hablan el idioma español y algunos con perfección. De los res- tantes, como más modernamente conquistadas y sacadas de los mon- tes, situados entre los grandes ríos Apure y Meta, en cuyos terrenos se han poblado y se están poblando desde los años de mil setecientos sesenta, de orden de S. M. que se dignó por real cédula de 17 de ene- ro de 1779 concederles en perpetuidad a este efecto, entienden ya algo el español y aun lo hablan imperfectamente, pero otros no lo entienden ni lo hablan en modo alguno. Sobre el amor de los indios a sus mujeres e hijos, a que se con- trae la primera parte del cuarto artículo del interrogatorio, es preciso confesar que lo tienen en todo el grado que inspira la naturaleza. Pero, en cuanto a la segunda parte sobre la clase de educación que les dan, es bien notorio que los recién conquistados, como ellos se han creado sin ella en los montes, viviendo pecudum modo, según la expresión de S. Ambrosio (Homil. S. Ambr., in 2 lect. 3 noct. mat. Nativitatis D . N .J. C.), no les dan otra; pero sí los envían voluntariamente a re- cibirla de los misioneros en la doctrina diaria que éstos tienen esta- blecida en sus respectivos pueblos, y los hacen trabajar cuando ya tie- nen edad para ello en sus labores, que ellos llaman conucos, que son E

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