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414 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA fuesen de solo españoles, estuviesen a su cargo. Mas por ultimo, ha- biéndome pasado otro oficio el propio R. P. Prefecto, con fecha de 23 de marzo de 1811, expresándome que cinco de sus religiosos habían desamparado sus curatos, pasándose a la provincia de Guayana, con cuyo motivo la mayor parte de aquel centro se hallaba sin sacerdotes, en un tiempo en que muchos de aquellos pueblos se bailaban infes- tados de calenturas, por lo que se hallaba en la precisión de recorrer todas las poblaciones por sí o por alguno de los religiosos que habían quedado para administrar a los fieles los Santos Sacramentos, en el ínterin que yo acababa de entregarme de los siete pueblos ofrecido Di al R. P. Prefecto, en 4 de abril del mismo año de 11, algunas facultades extraordinarias durante aquellas tristes épocas para el me- jor socorro espiritual de aquellas almas, y le encargué escribiese a los religiosos ausentes que se viniesen a esta capital, que yo los ampara- ría, y con éste y otros clamores de los habitantes en aquellos terri- torios por socorro espiritual, me resolví, en auto de 7 de mayo del propio año de 11, a recibir la dicha villa de San Fernando y pueblos de Achaguas, Santa Lucía de Apure, San José de Apunto, Bancolargo, Setenta, Mantecal y Arichuna, quedando a cargo de los religiosos los otros, denominados Cunavíche, Payara, Atamaica, Capanaparo, Arau- ca, Rinconhondo y Guacimal, y desde luego procedí, conforme al San- to Concilio de Trento, a la provisión de aquellos curatos bajo los mismos territorios que tenían en calidad de misiones, ínterin se rec- tificaban congruentemente, y, formando el concurso para cada uno con las solemnidades dispuestas en el mismo Santo Concilio, queda- ron desde luego provistos: el pueblo de Achaguas en el Pbro. Don José Tomás Fernández; e1 de Santa Lucía de Apure, en el Pbro. Don Juan Antonio Rubira; el de San José de Apunto, en el Pbro. Don Gabriel Antonio Godoy; el de Bancolargo, en el Pbro. Don Manuel Antonio González; el de Setenta, en el Pbro. Don José Claudio Gar- cía, y el de Mantecal en el Doctor Don Ramón Peña, al cual también constituí Vicario del segundo de los dos Vicariatos propuestos. A todos les despaché los correspondientes títulos y les conferí colación e institución canónica. El pueblo de Arichuna quedó sin proveerse por falta de opositor y la villa de San Fernando quedó suspensa por las posteriores ocurrencias que hubo en ella y especialmente por es- perar la feliz entrada de y. E., de que en esta mediación de tiempo ya teníamos fundadas esperanzas; y, en efecto, habiendo consultado

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