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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 413 toda aquella provincia, había elevado sus súplicas a los pies del tro- no, convencido de que la falta procedía en parte de la pobreza de los habitantes para el establecimiento de congruas, y concluyó suplicando al dicho Ilmo. Sr. Arzobispo que desde luego nombrase comisionados para que con los suyos procediesen a la demarcación de territorios para la asignación de congruas. Con cuyas insinuaciones desde luego se expidieron las comisiones en 5 de noviembre de 1802. Después, en el año de 1805, volvió el propio Señor Vicepatrono real a reite- rar sus insinuaciones, con la de que se hallaba con real cédula de 7 de septiembre de 1796, encargándosele que estrechase sus providencias sobre la entrega de las dichas misiones al Ordinario; y, aunque se continuó agitando la realización de las demarcaciones, fueron ocurrien- do varios óbices que las entorpecieron. Así estuvo la cosa hasta mi llegada a este arzobispado, en que, hallándome con una representación de 17 de agosto de 1810 a nombre de los vecinos de la dicha villa de San Fernando, instándome por la provisión de cura clérigo, con otro expediente formado a instancia de los del pueblo de Setenta haciendo igual súplica, y al mismo tiempo con oficio del M.R.P. Prefecto, de 27 de los dichos mes de octubre y año de 1810, cuando aún no se habían ausentado los cinco misioneros que se pasaron a Guayana, expresándome que, en vista de la escasez tan grande que se experimentaba de sacerdotes y la ninguna esperanza que viniesen mi- sioneros de España, bajo este supuesto suplicaba que a la posible brevedad se erigiesen en curatos la villa de San Fernando y los pue- blos de Santa Bárbara de Arichuma, San José de Apure, vulgo Santa Lucía, San José de Apunto, Nuestra Señora del Carmen de Banco- largo, Nuestra Señora de los Angeles de Setenta y San Miguel de Caí- cara, alias el Mantecal, y que en todo aquel distrito deberían colo- carse dos Vicarios foráneos: el uno en la dicha villa de San Fernando y el otro en el pueblo del Mantecal. Tuve a bien por entonces erigir un solo Vicariato en la dicha villa de San Fernando, nombrando al efecto al Bachiller Don Andrés de los Ríos y al mismo por cura inte- rino de ella y pasé oficios a la Junta de Gobierno que había en Ba- rinas, a fin de que no continuase la incomodidad que habían recibido los religiosos con la averiguación que estaba haciendo de la inver- sión de los derechos de fábrica de las iglesias de las misiones, para lo cual demostré a la propia Junta que no se había acostumbrado recibir tales cuentas a los religiosos mientras los pueblos, aunque

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