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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 401 316 Carta del Prefecto P. Salvador de Cazalla al arzobispo de Caracas so- bre la propuesta de éste de entregar a su cuidado algunos pueblos misionales.— San Juan de Payara, 21 diciembre 1805.— Original (Archivo Arqu.idioccsano de Caracas, Capuchinos). Ilmo. Sr. Arzobispo de Caracas: Acabo de recibir el oficio de V. S. Ilma. de 27 de julio próximo pasado, sobre que entregue algunos pueblos de este lado del Apure, máxime la villa de San Fernando, San José de Apure y San José de Apunto, con tanta retardación, por haber sido dirigido a la capital de Barinas, que dista mucho de esta misión, y debo decir que de nin- gún modo se debe pensar en la entrega de los pueblos asignados en el oficio de V. 5. Ilma., aunque esté cumplido el tiempo determinado por las leyes o por las poderosas circunstancias que concurren. Once años se cuenta que no vienen a estas misiones religiosos de España, persuadidos mis antecesores en que bastará, para seguir la conquista, los misioneros que se fueren desocupando de aquellos ca- torce pueblos que ha 29 años fueron por nosotros ofrecidos y de los cuales aun se hallan muchos sin recibir, procurando por aquel medio ahorrar nuevos gastos al real erario. Por esta razón tenemos muy atra- sadas las reducciones y nos hallamos muy inmediatos a las tres po- blaciones que V.S. Ilma., determina, de quienes experimentamos a menudo invasiones, y en cuyos peligros esos mismos pueblos nos sir- ven de asilo y refugio. No ha mucho tiempo que yo mismo me vi por más de media hora asido de las barbas, entre multitud de indios armados, y que en un día de Santa Rosa dije misa con gran copia de armas acuarteladas de los vecinos españoles para evitar una invasión que tenían proyectada ejecutar en la hora de la celebración del santo sacrificio, en la que juzgaban matar todos los vecinos racionales y a mí llevarme atado, y esto en la misión de mi cargo de San Juan de Payara, que dista de la expresada villa de San Fernando medio día de camino, de la cual recibimos toda la necesaria protección. El pueblo de Guayabal, aunque está del otro lado del río Apure, es el más proporcionado para establecer en él un Vicariato; el es pue-

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