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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 379 y obediencia que se les debe, conducidos ciegamente por la codicia e interés que los dominó, han insistido e insisten en oponerse a las fundaciones que vuestros misioneros capuchinos, deseosos de llenar vuestras reales intenciones, hemos emprendido, señalándose en esta oposición al presente Don Fernando Domínguez y Don Sebastián Vélez, vecinos de la ciudad de Caracas, que tienen en el día empeñado su poderío en la destrucción de esta villa de San Fernando de mi cargo. El práctico conocimiento adquirido sobre estas misiones con la larga experiencia de casi treinta años que llevo de servicio en ellas, traficando continuamente sus terrenos, particularmente aquellos de entre Apure y Meta, con el motivo ya de las dos visitas que, como Prefecto dos veces de estas misiones, he practicado en ellas personal- mente, y ya de las entradas que en varios tiempos he hecho a la reduc- ción de los indios gentiles, que habitan en sus montes, había, señor, producido en una cabal noción de las ventajosas proporciones del sitio que hoy ocupa esta villa para su fundación. En esta atención y a vista del ejemplar fervoroso celo con que vuestro comandante, hoy intendente de esta provincia de Barinas, Don Fernando Miyares, de resultas de la visita y reconocimiento personal que hizo de estas misiones, de todo el vasto terreno de entre Apure y Meta, de aquel río y los de Santo Domingo y Portuguesa y de sus costas, determinó en este sitio la fundación de esta villa con los im- portantes objetos de resguardar, abrigar y auxiliar estas misiones y la conquista de los indios, y de favorecer el comercio náutico y terres- tre de esta provincia con las de Guayana y Venezuela, tan útil a V.M. y a lo público, me pareció deber contribuir de mi parte, como Prefec- to que era entonces y misionero, al• establecimiento de esta villa, por lo que, deseando también desempeñar los reales encargos de V.M. dirigidos al Prefecto sobre d adelantamiento de las poblaciones, no sólo de los indios sino también de españoles, habiendo reconocido de nuevo este sitio personalmente y por varios prácticos, desengañado de que en lo más crudo del invierno se mantiene seco y libre de toda inundación de las demás bellas proporciones que en él concurren, de temperamento sano, aires puros, maderas, leñas, tierras de criar y de labor, etc., lo informé así al dicho vuestro comandante y me le ofrecí por cura fundador. En vista de este informe y de otro del capitán poblador de esta villa, Don Juan Antonio Rodríguez, hecho en virtud de tres reconoci-

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