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364 PUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA chazos y lanzadas, y otros con venenos; con este género de muerte pasó también de esta vida el hermano Francisco del Tocuyo, que éste no vino de España. A nuestra madre la provincia se han regresado hasta el presente año cuarenta religiosos y quedamos existentes en las misiones o pue- blos diez y nueve, en los parajes que adelante se expresan. Los dos religiosos que faltan para completar ci número de ciento cincuenta y tres venidos, son el Padre Fray José Antonio de Jerez que vino para el Orinoco y seguido en la provincia de Guayana, por disposición de aquel gobernador, sin haberse sabido en estas misiones si fue con las licencias necesarias, y el Padre Fray Juan Evangelista de Málaga, quien, con el motivo de lo que por carta comuniqué a V. P. Rma., se ausentó de las misiones dirigiéndose para el reino de Santa Fe, según noticias. Operaciones de estos misioneros desde sus principios hasta el presente Dieron principio a trabajar los religiosos en la reducción de los indios gentiles de esta provincia de Caracas en el citado año de mil sescientos cincuenta y ocho, haciendo por sí solos las entradas para sacar los indios gentiles de los llanos y poblanos en tierras altas, libres de aniegos, abundantes de pesca y caza, con abundancia de montes para sus labores, y proveyéndoles de las herramientas necesarias para ellas y enseñándoles en los pueblos una vida sociable política y cristiana. Con esta práctica sacaron nuestros misioneros en diversos tiem- pos gran cantidad de indios gentiles, con la cual formaron seis nume- rosos pueblos. Pero los indios que, como fieras apetecen los montes y despoblados, se volvían con facilidad a sus tierras llevándose consigo muchos párvulos ya bautizados, volvían los religiosos a sacarlos y ellos a profugarse. En estas repetidas fugas pasaron veintiún años con imponderables trabajos y desconsuelos de los misioneros, hasta el año de mil seiscientos setenta y cuatro, que en un pueblo mataron los indios a macanazos y lanzadas al P. Fr. Plácido de Belicena porque del modo que podía les impedía sus fugas. De este acaecido resultó que se huyeron los indios, no habiendo quedado más que unos dos mil en sólo dos pueblos; por lo que el Prefecto que entonces era Fr. Pedro de Berja pasó a Caracas e in- formó de todo al Rvdo. Obispo y su gobernador, quienes acordaron se celebrase una junta de dichos señores, de los cabildos eclesiástico

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