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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 341 Caracas.— Almas, 486.— Esta villa se fundó por despacho de vues- tro gobernador el año de mil setecientos cuarenta y cinco, para el resguardo de las tres últimas misiones que anteceden. Compónese su vecindario, que es de todas clases de gentes, de cuarenta y seis fami- lias, que habitan en otras tantas casas y componen el número de ciento noventa y ocho almas, pero, fuera de la población y dentro de la de- marcación, se hallan cincuenta y dos casas con sesenta familias y dos- cientas y ocho almas, cuyo total es el de cuatrocientas ochenta y seis. Tiene casa-convento e iglesia con cubierta de palma decentemente, campanas, ornamentos, vasos sagrados y demás alhajas para el culto divino. La administra Fr. Carlos José de Jaén, con catorce años de misionero. Nota.— Atendiendo Fr. Gregorio de Benaocaz, Prefecto que fue de estas misiones, el año pasado de mil setecientos setenta y ocho, a la falta de misioneros que tenía esta misión de Caracas, movido de su celo, pasó a la capital e hizo ante vuestro venerable obispo y go- bernador la entrega de quince pueblos de los expresados para que, desembarazados los religiosos que los servían y aún sirven, pasasen a trabajar en las nuevas reducciones y poblaciones que median entre los ríos Apure y Meta, y, aunque quedaron dichos señores en su pronta recepción y provisión de curas clérigos seculares, hasta el presente no se ha podido verificar, de lo que ha resultado que, por la carencia de religiosos misioneros, los más de dichos pueblos han estado las- timosamente solos, careciendo de todo pasto espiritual, de donde han resultado fatales consecuencia en todos ellos, y extraviados muchos de los indios; a cuyo fin, movido vuestro actual Prefecto de igual celo y con el santo fin de atajar estos inconvenientes, pues, aunque han venido trece religiosos de la provincia de Andalucía, nos hallamos con la misma indigencia de operarios, viendo con mis propios ojos tanta decadencia de dichos pueblos, tuve por de mi obligación el pre- sentar, como lo hice el año próximo pasado, a vuestro venerable obispo, gobernador e Intendente de ejército, la entrega de los citados pueblos, para que cada cual por su parte concurriere a la provisión no sólo de los quince pueblos sino también de otros dos más, nom- brados San Antonio de las Cocuisas y la Divina Pastora de Guanare Viejo, y hasta la fecha no se ha proveído esta justa pretensión, a cau- sa de que, según se dice, se niegan vuestros oficiales reales a contri- buir a los curas clérigos que se destinan a ellos con aquella congrua

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