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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 319 a grandes distancias de las más inmediatas reducciones de indios gen- tiles, con muchos pueblos de españoles y mulatos intermedios, de que se seguía el ningún auxilio que las tales villas y pueblos prestaban ni podían prestar a las referidas misiones, y que, al contrario, conti- nuándose el privilegio de nominación de justicias en ellas, se oca- si ónaban infinitos embarazos al gobierno, pues, dependiendo la suer- te de estos tenientes de justicia de la voluntad o arbitrio de los Capu- chinos, se prestaban ciegamente no sólo a sus disposiciones y capri- chos, sino a la impulsión que éstos reciben de los sujetos que los dirigen desde esa ciudad, y que el gobierno no era tribunal de ape- laciones ni tenía autoridad inmediata sobre ellos ni facultad para re- moverlos, se veía a cada paso desairado y sus providencias desaten- didas, originándose cierta especie de imperio teocrático en el mismo corazón y dentro de los mismos dominios, como lo comprobaba la carta que, con fecha de 28 de octubre de mil setecentos ochenta y cinco, escribió el Prefecto Fray Tomás Bernardo de Castro al cura interino del pueblo de Lagunitas: que, convencidos de estas razones los Padres Capuchinos y conociendo que los referidos pueblos de su antigua fundación tenían ya intereses mutuos y comunes con los demás de la provincia, cuyo gobierno exigía una sola y uniforme dirección, se abstuvieron de hacer uso de la mencionada real facultad en los citados cuatro gobiernos y probablemente hubieran continuado en esta misma moderación si no hubiesen sido intrigados por un eclesiástico de dignidad, quien, para colocar sus mayordomos y hechu- ras en los empleos de justicia de aquellos pueblos, donde posee in- mensas tierras destinadas a crías de ganado, acaloró al Prefecto para que se presente reclamando sus privilegios, y dirigió todos sus pasos y diligencias hasta conseguir declaración de la Audiencia de Santo Domingo, a la cual se dio inmediatamente su debido cumplimiento. Pero, no satisfecho aún el ánimo inquieto e interesado del nominado eclesiástico, se ofreció adelantar sus tramas, lanzando especies inju- riosas contra alguno del mismo estado y tomándose por recompensa de sus servicios el derecho de presentación de tenientes, que bajo el nombre de Prefecto y con el colorido de amparar las reducciones de indios, se había conseguido y confirmado por la mencionada pro- visión de la Audiencia, que os parecía habíais satisfecho cuanto había estado de vuestra parte el informe que tuve a bien pedir a vuestro antecesor, y, antes de concluirle, os parecía de vuestra obligación

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