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MISION DE LOS CAPUChINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 303 ce leguas, y la población que hay a la otra banda, perteneciente al obispado de Puerto Rico, se llama Ciudad Real, y casi todo el expre- sado territorio es de sabanas o llanuras. La iglesia de esta villa está dedicada a San Fernando, rey de Es- paña; su fábrica es de tres naves distinguidas con dos órdenes de co- lumnas de madera. Las paredes son de bajareque doble y el techo de varas y cañas cubierto de palmas y, en lo que corresponde a la capilla mayor, tiene forma de una bóveda de bajareque; tiene sacristía tras de dicha capilla mayor y un pórtico al frente de semejantes materia- les. Esta iglesia es de bastante capacidad y, aunque nueva, ofrece mu- cha duración por la insubsistencia de sus materiales; en ella sólo hay un altar en que está colocada la imagen del Santo titular y la de Nues- tra Señora de la Concepción y allí mismo se conserva de continuo el Santísimo Sacramento a devoción de estos vecinos que cuidan de su lámpara. La fuente bautismal está puesta en un ángulo de dicha igle- sia entre algunas barandas de madera, y de cementerio sirve la anti- gua iglesia que también es de paredes de bajareque y techo de palma, y dista de la nueva cien varas poco más o menos. La cura de almas de esta villa está a cargo de uno de dichos reli- giosos capuchinos, que es el único ministro que sirve la supradicha iglesia, y las rentas que anualmente goza, computadas un año con otro, son ochenta y seis pesos de diezmos, cuatro pesos de primicias y ciento y seis pesos de obvenciones de misas cantadas de devoción y de bau- tismo, casamientos y entierros, que todo compone ciento noventa y seis pesos. La renta de fábrica de dicha iglesia son cada año, computando uno con otro, treinta y dos pesos de diezmos y diez y ocho pesos de dere- chos de sepulturas y velaciones: que ambas partidas componen cin- cuenta pesos, cuyas rentas corren a cargo del supradicho religioso ca- puchino, y, habiendo representado éste que no había llevado de ellas otra cuenta que la de emplearlas cuidadosamente en los gastos ordina- rios de dicha iglesia y con especialidad en su nueva fábrica material y que había sido edificada por el mismo religioso, y, teniendo presen- te Su Señoría Ilustrísima el sencillo sincero procedimiento de éste y lo más que vio y reconoció en la visita de la misma iglesia, proveyó auto en veinte y tres de febrero de mil setecientos ochenta y tres, dando las debidas gracias a dicho religioso por su buen celo y fervor en la edificación de la referida nueva iglesia y, previniéndole que en lo de adelante llevase cuenta y razón formal para darla siempre que

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