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252 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA de la doctrina de los indios como también del número de ellos y el de las gentes de otras castas agregadas en los pueblos o en sus inmedia- ciones, en la conformidad que deja expuesto acerca de los pueblos que ya tiene visitados. Pero, según informes que ha tomado el obispo, hay en la expresada villa de Sn Fernando de Cachicamo, 457 almas; en el pueblo de Santo Tomás de Tucupío 422; en el pueblo de Nuestra Señora del Rosario de Altamira, 167. Todas las villas y pueblos hasta aquí mencionados es sin compren- der las cinco nuevas poblaciones que dichos religiosos capuchinos están cultivando en el terreno intermedio de los ríos Apure y Meta y Ori- noco, cuyas fundaciones tiene también visitadas el obispo, como lo hizo presente a V.M. en carta de 27 de julio de 1780, en que se trata principalmente sobre los Trinitarios Descalzos que pretenden venir a esta provincia. En efecto, señor, las expresadas cinco fundaciones de la otra banda del Apure, al sur, se están adelantando. La primera llamada Santa Bárba- ra de la isla de los Achaguas, a cargo de Fray Alonso de Castro, con 134 indios y 22 españoles de uno y otro sexo y diferentes edades. La segunda llamada la Purísima Concepción junto al río de San Juan de Payara, a cargo de Fray Jerónimo José de Lucena, con 791 indios y 119 españoles de las mismas clases. La tercera llamada San José de Leonisa de Cunaviche, a cargo de Fray Fernando de Sevilla, con 390 indios y 3 españoles. La cuarta de San Francisco de Asís de Capanaparo, a cargo del referido Fr. Jerónimo José de Lucena, por ausencia de Fray Antonio de Santander, con 577 indios de ambos sexos y diferen- tes edades, sin haber otras castas de gentes. La quinta llamada del Arcángel San Rafael de Altamira, a cargo de Fray Francisco de Montal- bán, con 125 indios y 8 españoles. El obispo entiende que el no haber hecho mayores progresos dichos misionarios capuchinos depende principalmente de que en muchas tem- poralidades, como en la actualidad, ha sido cortísirno el número de operarios evangélicos, porque unos fallecen y otros se imposibilitan o por ancianos o por enfermos; de modo que, faltando por cualquiera de los motivos insinuados el misionero de algún pueblo, carece de sujeto que sufragar; de que resulta que, encargándose el cuidado de dos o tres fundaciones a un solo ministro, quedan todas ellas mal servidas y se retarda por mucho tiempo la instrucción de los indios.

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