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8 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA dos últimas naciones su lengua materna y viven del mismo modo que los güires, no dejando continuamente de trabajar con ellos el religioso misionario que los asiste, que lo es al presente Fray Félix de Cortes, de edad de 33 años. A distancia de sesenta leguas al sudeste de Calabozo y más de ciento de la ciudad de Caracas está situado en una mesa espaciosa y alta, cerca del río de Iguana y un día de camino del puerto de Cachicamo, en Orinoco, el pueblo de Nuestra Señora de Altagracia de Iguana, el que fundaron vuestros misionarios capuchinos el año de mil setecientos treinta y cuatro. El número de indios con que dicho pueblo se fundó fue bastantemente copioso, al paso que voluntario; eran los más palenques y gualquires; hay entre ellos todavía algunos gen- tiles y los cristianos se diferencian muy poco de ellos en sus costum- bres, ritos y ceremonias; están queriendo ir al Orinoco, sin que el religioso misionario que está en dicho pueblo, pueda sujetarlos por hallarse solo y destituido de gente que lo acompañe. Dicho pueblo ha padecido siempre notables quebrantos, unos originados de los mismos indios que, como en sitio tan avanzado y remoto y donde, por no poderlos sostener en sus excesos, se van con facilidad, y otros dimana- dos de las violentas entradas de los indios caribes; de suerte que ha sido preciso fundarlo de nuevo, pues la iglesia y casa del Padre se acabó el año pasado de cincuenta y uno, y los indios que al presente se han podido recoger, aunque con grandes trabajos, son doscientas y treinta almas de las dos referidas naciones. El religioso misionario que al presente se halla en la catequización de dichos indios es Fray José Antonio de Jerez de los Caballeros, de edad de 36 años. Al este de dicha misión y a distancia de cuatro leguas de ella hacia Caracas está situado el nuevo pueblo de misión de Nuestra Señora del Rosario de Altamira, el que fue fundado por vuestros misionarios capuchinos el año de mil setecientos cuarenta y cuatro con indios palenques, aguaricotos y algunos caribes. Estos últimos, como tan cautelosos y traicioneros, a no haber ocurrido la providencia divina, hubieran miserablemente perecido, así los indios de este otro pueblo como los de Iguana y los religiosos misionarios que están con ellos, pues los tenían ya entregados con grandísima cautela a los caribes del Orinoco, para que, descuidados, les diesen el asalto, entrando para dichas misiones por el puerto de Cachicamo y, guiándolos ellos, quita- ran la vida a los capuchinos, quemaran la iglesia y casas, mataran los indios viejos y viejas y, aprisionados todos los demás, se los lleva-

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