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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 177 mente constan de autos, de las que algunas subsistieron, y costaron, además de muchos trabajos, las vidas de no pocos misioneros por cu- yas causas y precedidas las consultas necesarias, habiéndose dado de todo cuenta a S.M. Católica, tuvo por bien mandar fuesen dichos indios sacados de los Llanos y poblados en tierras altas, como así se ha practicado de ochenta años a esta parte, sin que esta ciega obedien- cia a los mandatos del soberano pueda en ningún tiempo ser cargo a los misioneros. También por las mismas causas y la experimentada in- constancia de los indios, precedidos igualmente los acuerdos necesa- rios y consultados en aquel entonces a S.M., se mandó por algunos gobernadores de esta provincia poblar dichos indios en parajes más retirados, cuales son las costas del mar, Charayave y valles de Barqui- simeto, en los que se poblaron no pocos, como todo consta de instru- mentos justificativos y varias reales cédulas. Pero también se han experimentado en esta práctica algunos otros inconvenientes y daños en dichos indios, ya por las enfermedades y muertes que padecieron con la estación tan distante del temperamento de su crianza, y ya con las repetidas fugas por el amor que conservan al terreno de su propia naturaleza. Uno y otro inconveniente no hay duda cesarán en mucha parte poblándolos, aunque sea a costa de los supradichos trabajos en sus propias tierras, cuales son las expresadas entre Apure y Orinoco, pero por la misma experiencia nada se adelan- tará en estas poblaciones si no se les previene el resguardo que por varias reales cédulas está mandado, fundando las villas de españoles, que se tengan por convenientes para los fines que en dichas reales cé- dulas se expresan, como así en esta ocasión lo tiene representado a V. M. en el actual estado de las misiones de su cargo. Debiendo también hacer presente el que, luego que los Jesuitas fueron expulsados del bajo Orinoco, por pronta providencia de este vuestro gobernador y de orden del Prefecto que entonces era de las misiones, pasaron nuestros misioneros a servir los seis pueblos de in- dios que allí estaban a cargo de dichos Jesuitas, cuya providencia me- reció la aprobación de y. M., que le fue participada por el conde de Aranda al expresado vuestro gobernador, pero, como al mismo tiem- po y en virtud de la real orden expresa en la pragmática sanción, el Comandante general de la nueva Guayana, a quien le fue cometida dicha expulsión, acude exhortando al obispo de Puerto Rico para que éste remitiese sacerdotes, ya fuesen clérigos ya regulares, a ocupar

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