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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 171 tanto para el reemplazo de dicha falta, como para las nuevas expresadas poblaciones entre los ríos Apure y Orinoco, las que serán dificultosas emprender sin el auxilio de nuevos misioneros; o si se precisa a los existentes servibles, que vayan a ellas, es consiguiente que, desarn. parados los pueblos en que residen, se pierda lo más que en ellos se ha trabajado, y más no hallándose en estado perfecto de entregarse casi ninguno al Ordinario. Este defecto, señor, no es ni ha sido culpable en nuestros misio- neros, sí en la inconstancia de los indios y amor que como brutos conservan a los montes, huyéndose a ellos aun depués de muchos años de poblados y doctrinados; como también el distinto esencial tránsito y tratamiento que encuentran entre un misionero capuchino, que les da cuanto tiene, por el amor que engendra el haberles criado, y un clérigo secular, en el que no concurren estas circunstancias. Cuyas verdades se han hecho constar repetidas ocasiones y con documentos justificativos en vuestro Consejo de Indias, siendo la mayor convincen- te prueba la de la experiencia en más de treinta pueblos que, conside- rados en estado y entregados por estas misiones al Ordinario, solamen- te de los más ha quedado la memoria de ellos. Y confirmará en muy breve tiempo esta verdad la última entregada, que fue la de San Francisco Javier de Agua de Culebras, pues ya los más de sus indios se profugaron de ella, y la hacienda de cacao, que con real permiso plantó para mantenerlos su fundador Fray Marcelino de San Vicente, y la que fue el interés o blanco de la emulación, se halla en el día casi enteramente perdida, y, por consiguiente, el sudor de los pobres indios, por otros que no la trabajaron, defraudado. Suplica a Vuestra Majestad mande se tengan presentes en este particular, y otros que constan del estado general de estas misiones, antes citado, en punto de las poblaciones de indios, como las representaciones y comproban- tes, que las misiones capuchinas de Cumaná expusieron no ha muchos años, para haber obtenido el real orden de que, en considerándose los pueblos de aquellas misiones hallarse en estado de entregarse a doc- trinas y demoras, se ejecute, continuando su administración los mismos misioneros, con el cargo y estipendio de curas doctrineros, y que los demás, entregados antes al Ordinario, se les vayan restituyendo, conforme fueren vacando. Cuya igual real providencia sería muy importante a vuestro real servicio y al de Dios en la salvación de sus redimidas almas, si así Vuestra Majestad se dignase mandarlo en
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