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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 149 pesquerías, precisamente han de pasar por las dichas fundaciones y han de comunicar con nuestros indios, y, viendo ellos que los que tenemos fundados se hallan gustosos y surtidos de herramientas y otros menesteres y con suficientes labranzas para su manutención y que gozan también del sosiego y resguardo que no tienen los del monte de las naciones enemigas, me persuado a que, sin decirles nada, ellos mismos, por su propia conveniencia, pedirán fundación, abandonando la miserable montaraz vida que padecen. Toda la atención deberá aplicarse a la solidación de las tres nue- vas fundaciones que están erigiendo, y a la creación de las tres más que se pretenden, de modo que, formalizadas éstas, puedan en lo venidero ser madre de otras. Para fomentar esto y en lo futuro otros adelantamientos se necesita proveer de dos escalas, cada una con su respiciencia, a donde puedan ocurrir en sus necesidades y graves en- fermedades los Padres misioneros. Sea la primera, y para lo que por ahora se pretende, la villa de San Jaime, que es la más a propósito y a donde más ocurren los Padres misioneros ocupados en las tres actuales fundaciones, y a la que también podrán ocurrir los Padres que ocuparen las tres más que se pretenden. Y respecto a que el Padre Fray Gregorio de Benaocaz, cura, capellán y fundador de dicha villa de San Jaime, ha demostrado mucho celo a las tres nuevas poblaciones, que, exceptuando lo preciso al socorro de sus necesidades, lo demás que le proviene de su curato lo aplica a beneficio de los Padres e indios de las tres nuevas fundaciones, convendría allí su permanencia, aunque en sus días llegase el caso de entregarse al Ordinario esta villa, por no sustraer a los Padres y a los indios este beneficio. Otra escala podrá ser la villa de San Antonio, sobre Apure, más arriba de la de San Jaime, la cual se halla bajo de la jurisdicción real de San Jaime, mas secuestrada de la espiritual, pues ésta se pro- vee de ministro que creo sea por Santa Fe. Puesto en esta villa un misionero de igual celo al de San Jaime, coadyuvaría mucho a las nuevas fundaciones que por aquella parte se pueden erigir transver- sando por más alto aquel terreno por donde, con menos embarazo de ríos grande puede también penetrar nuestra espiritual conquista con igual o mayor utilidad que la primera. De esta segunda puede resultar al público mucho beneficio: ci espiritual, a aquellos que ya comienzan a fundar hatos de ganados en aquel terreno; el temporal, a aquellos que por aquella parte quieran desde la provincia de Cara-
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