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138 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA daron en ci monte. Gratifiquélos a todos, presente el cabo, de quien apercibí papel con expresión de lo dicho. De este pueblo pasé al del raudal de Atures, en donde pasé sólo tres días, a causa de no haber encontrado ni vino ni harina para hostias, de lo que apercibí también papel del cabo, llamado Jerónimo Prieto, natural de Sevilla, en cuyo papel se expresaba que mi manu- tención y la de los bogas era costeada por mí. Habiéndome regresado a Carichana, hallé al dicho corregidor cargando unas embarcaciones de los trastes que allí tenían los Padres en la procuraduría, y, según me refirieron los indios y un fulano Ye- guas, que acompañaba al Corregidor; mientras yo había estado en los otros pueblos, había otras más embarcaciones cargadas de ropas, de caldos y otros trastes. Sobresaitóse con mi llegada dicho corregidor, porque lo encontré con dicho hecho, y a los dos días después, sa- liendo de misa, que fue el día de San Agustín, me dijo que tenía orden de su jefe para que pague yo al rey el alquiler de la casa; y añadió que la misma había para los otros dos compañeros míos. Pe- díle que me la mostrase y nunca lo hizo. Al mismo tiempo, con ci motivo de haberme visto tres gruesas de rosarios y algunos abalorios que llevaba para gratificar a los indios, pidiómelo todo, ofreciéndome que él me socorrería en otras cosas que más necesitase, y se los di. Después volvióme a mandar a dar vuelta a los pueblos dichos; y en dicha ida que hice, acabó de limpiar la Procuraduría y se mudó a Urbana a venderlo todo; y nunca me satisfizo nada ni por el casabe ni por los rosarios, ni por los abalo- rios, y todo esto se lo vendió a los indios. Todas las semanas daba yo vuelta a las tres referidas misiones (le mi cargo, sustentándome de mi costo y pagando a los indios bogas. Y por el mes de octubre, habiendo parado en el pueblo de Atures, por hallarme muy enfermo y estar al mismo tiempo levantando igle- sia, valióse dicho corregidor de esa ocasión y mandó de oculto a unos indios y a un soldado, con orden de que, sin decirme nada, se bajaran la embarcación del modo como lo hicieron. Y habiéndome agravado y faltándome ya todo sustento, determiné bajar a Carichana, y enton- ces, echando de menos la embarcación, supe el lance de que el corre- gidor la había hecho bajar a Urbana. Bajéme en una curiara de los indios, y, habiendo llegado a Carichana sobre manera enfermo, hallé
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