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136 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA 271 Carta del P. Tomás Bernardo de Castro al P. Miguel de Pamplona informándoles del comportamiento de D. Manuel Centurión con los misioneros capuchinos del alto Orinoco.— Caracas, 16 septiembre 1769.— Original (Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona, España), Fondos Monacales, leg. 56, t. III, ff. 161-164). Rvdo. Padre Miguel de Pamplona: El año de mil setecientos sesenta y siete, con el motivo de la expulsión de los Jesuitas, fue nombrado con otros dos compañeros, de orden del Sr. Don José Solano y el R.P. Prefecto, para ir al Orinoco y encargarnos de los pueblos e iglesias, que tenían a su cargo dichos Padres. Era el orden del Sr. Gobernador Don José Solano que Don Manuel de Centurión nos esperase con una escolta de esta tropa, que iba por tierra para coger a dichos Padres y entregarnos sus iglesias según la instrucción real, y cuando llegamos a Cabruta, que fue el día de San Ignacio de Loyola, hacía ya un mes que dicho Centurión había bajado a los Pa- dres con cuanto tesoro les encontró. Y, siendo así que dicho señor Solano ofrecía a nuestro Prelado que en Cabruta encontraríamos to- das las providencias para la prosecución de nuestro transporte y des- tino, lo que sólo encontramos fue una carta de dicho señor Centurión, en la que disponía que subiésemos hasta encontrarnos con su corre- gidor Don Francisco Guido, que éste nos providenciaría, y al mismo tiempo una orden al cabo de aquella garita llamado Pinto, para que a nuestra llegada suministrase una vinajera de vino y dos cabos de vela para que sólo un religioso dijese misa y los demás oyesen ésta o quedasen sin decirla u oírla. Para comer aquel día nos vendió dicho Pinto un toro del hatico de los Padres en cuatro pesos, diciendo que era del rey; vendiónos asimismo por de cuenta del rey tres chirguas para tener agua de beber y un poco de casabe. Y al otro día nos dio una piragua pata subir a la misión de La Encaramada con los bogas concernientes; y de todo le apercibí papel. Habiendo llegado a La Encaramada, pedí al cabo de aquella ga- rita comestibles para las bogas y nosotros; y dijo que no tenía orden

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