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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 121 han introducido desde Curucuvi, raudal del Río Negro, al que llaman los portugueses Cazoa Grande, algo ínmediato a Barcelos, y, como V. S. sabe mejor, es ci pasaje hasta donde por orden de V. S. llegó el alférez Santos y el sargento Bobadilla y quedó legítimamente hasta el paraje por nuestro soberano; mas ellos, aprovechándose de la retira- da de la Real Expedición de Límites y de las licencias de la guerra, se subieron hasta San José de los Maravitanas sin hallar obstáculo, usurpando a nuestro monarca más de 50 leguas, en las que no se le ocultan a V. S. las ventajas espirituales y temporales que podían resultar a ambas majestades, y lo que es más, haber hecho la fortifica- ción que llevo expresado. Instruido totalmente de todo, me volví a San Carlos para dar cumplimiento a lo mandado por V. S. por lo que emprendí mi vuelta a Maipures. Luego que llegué a Buena Guardia, pasé a tratar con el capitán Guarapa de los maquiritares, que, como dejo dicho, reside en el río Padamo y registrar los cacaguales, en cuya explicación no me dilato por considerar a V. S. bien instruido de todo. Bajé a Santa Bárbara y establecí unos indios para empezar dicha fundación. Ejecutado esto, partí a San José de Maipures, y, luego que llegué, visité al R. P. Fray Andrés de Antequera, presidente de aquel pueblo, donde no hallé novedad. Mas, con los accidentes a mis hermanos y compañeros misioneros, omití pasar a Santa Fe para presen- tarme al señor Virrey y Arzobispo y establer radicalmente mi misión, percibiendo la limosna que Su Majestad nos ha asignado en aquellas cajas reales, de lo que di parte a V. 5., y con su licencia y de los seño- res Comandantes de Orinoco y Río Negro, a quienes informé de lo referido, pasé a Caracas para impetrar nuevos auxilios con los que se pueda verificar la piadosa y real mente en el fijo establecimiento de esta nuestra nueva misión como tan del grado y deseo de Su Majestad católica. Así hecho cargo V. S. de lo que le he informado y de las adjun- tas representaciones de mis hermanos compañeros, no dudo coadyuve V. S., como acostumbra, para la más fácil consecución de un fin tan importante al servicio de Dios y Su Majestad católica. Dios guarde a V. S. muchos años. Caracas y febrero, 8, de 1766. B.L.M. de V.S. su más atento siervo, Fray José Antonio de Jerez, Prefecto

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