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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 85 sin haber más caudal que la solicitud de los misionarios mediante la ayuda de Dios, como consta por cédula real de V.M., que Dios guar- de, su fecha en Madrid, a cinco de agosto de mil setecientos y dos años, que, desde que se fundaron las misiones hasta el año de mil seiscientos y noventa, no ha hecho la misión ningún costo a la real hacienda de V.M., que Dios guarde, sino solamente el conducir los religiosos al puerto de La Guaira, y una cédula real que trajo el Reverendo Padre Fray Marcelino de San Vicente, expedida el año de mil setecientos y dos, en que V.M., que Dios guarde, nos libró una limosna de tres mil cuarenta y cinco pesos, cuatro reales y ocho maravedís. Con que es claro que solamente con el sudor, trabajo y agencias de los misionarios se han mantenido las misiones e iglesias, y no obstante hemos trabajado sin cesar, a fuerza de hijos humildes, capellanes de V.M., que Dios guarde, sin retroceder un punto en nuestro ministerio. Habiendo, señor, los prelados reconocido el mucho trabajo que nos ha costado la reducción de estos indios y que se malograba en tantas almas como se han vuelto a los llanos, se arbitró el que todos los indios que se sacasen, se pusiesen en los valles de Barquisimeto, que es una entrada dilatada de una abra que prosigue cuatro días de camino, y en el distrito seguidos hay cinco pueblos de indios de- morados y está todo tan rodeado de sierras que compiten con las nubes, y parajes tan seguros de huirse los indios que, o se han de morir en las montañas y perecer en las serranías, o han de volver a sus pueblos, como ha sucedido en todas las misiones que tenemos fundadas en dichos valles, pues, en tiempo de catorce años, tenemos ciib pueblos que se han fundado y nunca han podido lograr el huirse sirviéndonos de gran consuelo el ver logrado el trabajo. Como por el contrario, cuando se han huido tantas almas de tantos muchachos y muchachas cristianos, y que en la gentilidad retrocederán de la en- señanza con que los hemos criado, nos lastimaba mucho el corazón. Y para mantener estos pueblos, como es mucho el gasto, es preciso se soliciten por todos los medios, modo y forma para con- servarlos, pues, como V.M., que Dios guarde, tiene declarado por cédula real, su fecha en Madrid, a cinco de agosto de mil setecientos y dos años, que los gobernadores entiendan que somos meros admi- nistradores de los indios y que en ninguna manera tenemos la pro- piedad, pero que los indios no conozcan que son propietarios de sus
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