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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 79 de lo más urgente, entregando al Reverendo Obispo los pueblos de San Miguel de Acarigua, el de San Francisco y San José y las dos villas de San Carlos de Austria y el Pilar de Araure, que habíamos fundado los religiosos y V.M. fue servido de poner a nuestro cargo, a fin de que los vecinos españoles de dichas villas asistiesen a los religiosos en las entradas y reprimiesen las fugas de los recién con- vertidos, logrando con esta dejación el poder ocupar los religiosos que administraban en ellas, en el fin principal de la conversión de los gentiles. Esta representación, señor, pongo a los reales pies de V.M., para que, enterada su real piedad de la gran falta de operarios que padece esta misión y de los progresos que por falta de ellos se dejan de conseguir en la conversión de estos gentiles, se servirá V.M. de mandar dar las providencias necesarias para que, con la mayor brevedad que fuere posible, se nos remitan a lo menos doce nuevos sacerdotes. También, señor, se ofrece participar a V.M. cómo en nuestra jurisdicción, doce leguas de nuestras misiones, se ha introducido un clérigo, cura de españoles, en el sitio que llaman el Caimán, llamado Don Juan José Carrillo, a sacar los indios que nos pertenecen, según los términos que V.M. nos tiene asignados, de que se siguen daños muy considerables. El uno es que, cuando nuestros religiosos intentan hacer alguna entrada a reducir los gentiles, se adelanta dicho Don Juan José Carrillo y les da el aviso cómo vamos a sacarlos los Capuchinos y que, si no se van con él, los hemos de llevar maniatados; de donde segue que unos se ahuyentan y emboscan para que no los hallemos, otros se ponen en armas, otros se van con dicho cura, como suce- dió el año pasado y el de febrero del presente, por donde se frustran nuestras diligencias y en alguna manera el fin para que V.M. nos envió a estas tierras. El otro daño y más considerable es que estos indios que consigo lleva el dicho Don Juan Carrillo, luego nos- otros nos retiramos a nuestras misiones, se vuelven los más a huir a los montes para estar en sitio ocasionado a sus fugas; por donde ni el dicho Don Juan Carrillo ni nosotros los Capuchinos podemos con- seguir la estabilidad en la fe de dichos indios. Y habiendo represen- tado esta causa a V.R. Obispo, pidiéndole nos mandase entregar a los referidos indios que consigo tiene el dicho cura de españoles, aún no ha dado la providencia, por donde recurro a las reales plantas de

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