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IVIZSION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 75 na de Caracas y en nombre de los Padres de dichas misiones, según consta del escrito de arriba, admitía y admitió la dejación de los cura- tos de las dos villas de San Carlos de Austria y Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de Araure y del pueblo de San Miguel de Acarigua, y declaraba y declaró S.S.I. quedar eximidos de la obligación de tales párrocos de los tres referidos curatos dichos misioneros apostó- licos y que, en conformidad de lo prevenido por leyes reales de la nueva recopilación de Indias, pasaría a proveer dichos curatos en personas eclesiásticas seculares, conforme a derecho y el real patro- nato de 5. M., participándoselo al Excmo. Señor Virrey y Vice-Pa- trono por Su Majestad de este Nuevo Reino de Granada y residente en la corte de Santa Fe. Así lo proveyó, mandó y firmó Su Señoría Ilustrísima, y hágase saber este auto por cualquiera notario a dicho Reverendísimo Padre.— Juan, Obispo de Caracas.— Por mandado del Obispo mi señor, Doctor Don Angel Barreda, notario y secretario. 174 Dejación de los pueblos misionales San Francisco de Tirgua y San José de Mapuey efectuada por los misioneros capuchinos y admitida por el obispo de Caracas.— Caracas, 25 junio 1720.— Original (AGI, Santo Domingo, 809; Archivo Arquidiocesano de Caracas, Capuchinos). Ilustrísimo y Reverendísimo Señor: Fray Pedro de Alcalá pre- diador capuchino y Prefecto de las misiones de Capuchinos de esta princia, en la mejor forma que haya lugar, ante V. S. Ilustrísima parezco y digo que, habiendo representado a V.S.I. la gran falta de religiosos con que nos hallamos en dichas misiones, por no haber venido los que esperábamos de España y estar los más de 'os que asisten en ellas ancianos y muy enfermos, y suplicando a V.I. que, en atención a motivo tan justo se sirviese de admitirnos la dejación de las villas de San Carlos de Austria y el Pilar de Araure, por no sernos posible asistirlas y cuidarlas con la puntualidad y vigilancia que hasta aquí lo hemos hecho, V.S.I. fue servido, con su acostum- brada benignidad, de admitirnos la dicha dejación; y, existiendo las mismas causas para no poder mantener a nuestro cuidado las dos mi- siones de San Francisco y San José, que se hallan vecinas a dicha
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