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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN LOS LLANOS DE CARACAS 59 desde que salieron del Egipto de los viciosos llanos, así también han pasado con ellos por entre los montes de agua de amarguras, guiándolos y encaminándolos hasta aquí más de cincuenta años entre las dema- siadas plagas y oposiciones de la tierra, habitando ya y viviendo en estos tiempos en los sitios y territorios acomodados y ya referidos del Pao, Tirgua, Cojede y Araure, en donde ellos han hecho en sesenta leguas que eran desiertas, las referidas villas, caminos, lugares y pueblos, te- niendo ya desde entonces toda la provincia paso franco a las demás ciudades. Debiendo, pues, por caridad unos y por obligación otros ayudar todos al aumento de dichas misiones, a lo menos en no embarazar ni impedir los medios que ha dado el rey nuestro señor con el celo de las almas a los predicadores del Evangelio, así para pasar a reducir y predicar a los gentiles como para entrar los Capuchinos acompañados de españoles a los llanos, y pues lo ha mandado así S. M. a los veci- nos de las villas y para el efecto de todo ha dispuesto también, por otra cédula ya citada, seamos auxiliados y defendidos de V.S. Ilma. obvian- do y quitando todos los inconvenientes que embarazan a la prosecución y aumento de estas reducciones y el cumplimiento de dichos mandatos. Y pues el fin del señorío que tienen nuestros reyes católicos sobre estos indios sea y no otro que la predicación y fundación de la fe, su conservación y conocimiento de Cristo, y como para alcanzarlo ha tomado Su Majestad el medio a los Capuchinos y el auxilio de V. S. Ilma., le obliga a defenderlos y quitar los estorbos todos que impiden a lograrse este dicho fin. El mayor de todos en estos tiempos es estar lot religiosos misionarios oprobiados, injuriados y aun penados de los españoles por ser en estas tierras los Capuchinos los únicos defenso- res de los indios y porque dichos misionarios detienen y remedian las tiranías, vejaciones, violencias y opresiones que les hacen, murmuran y blasfeman y se oponen a las leyes y cédulas que nos favorecen, como se experimentó en la villa de San Carlos de españoles en el alcalde or- dinario del año pasado en 1711, que hizo tantas extorsiones a los indios de las misiones, que quebrantó no sólo muchas cédulas reales y acuer- dos del Consejo, sino también atropelló a los religiosos en los casos, ya citados en los autos, de la bula de la Cena, de que quedó hasta aho- ra descomulgado, y por el gobernador y capitán general quitada la vara, como más bien se puede ver por dichos autos detenidos y suspensos en la secretaría del gobierno de esta provincia, siguiéndose de esto mismo
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